Sociedades precarias. Sobre la relevancia de la precariedad en las sociedades contemporáneas - Núm. 61, Julio 2021 - Revista Estudios Políticos - Libros y Revistas - VLEX 870025244

Sociedades precarias. Sobre la relevancia de la precariedad en las sociedades contemporáneas

AutorDasten Julián–Vejar
CargoSociólogo. Doctor en Sociología

Introducción

Luego de una encomiosa producción científica internacional, es reconocido en las ciencias sociales que la precariedad y sus manifestaciones en las relaciones sociales han dejado de ser objeto de un campo particular de especialización o parcelización del conocimiento (Castel, 2010; Federici, 2013; Kalleberg, 2018). La conclusión de diversas investigaciones es que nos encontramos en presencia de un problema constitutivo y constituyente de la arquitectura, reproducción y producción de las sociedades contemporáneas, lo cual lo vuelve un fenómeno relacional y complejo (Dörre, 2014).

De todas formas, se encuentran distintas referencias teóricas y andamiajes metodológicos para definir, caracterizar y comprender la precariedad en las sociedades contemporáneas. Sin hacer distinciones en sus nacionalidades, lugar de procedencia y los marcos de referencia estudiados, trabajos tan dispares como los de Saskia Sassen (1988; 2015), de Naomi Klein (2008), de David Harvey (2007a) o de Ulrich Beck (2007) se encuentran con la precarización como una intersección común en sus diagnósticos. Esto lo comprueban los autores en campos tan variados como lo son los estudios de las relaciones sociales, los procesos de ofensiva del capital global, los cambios ecológicos y la reconfiguración del espacio, el hábitat, el trabajo, la subjetividad y la vida social en el capitalismo contemporáneo. Es claro que la lista puede ampliarse a Richard Sennett (2006), Zygmunt Bauman (2007), Pierre Bourdieu (1999), Silvia Federici (2013), entre otros autores contemporáneas que, en la complejidad y diversidad de sus enfoques, han puesto a la precariedad como un elemento significativo en los diagnósticos de las sociedades en el capitalismo global tardío.

Muchos de los diagnósticos actuales hacen hincapié en que el reforzamiento de la flexibilidad (Standing, 2011), el emprendimiento (Boltanski y Chiapello, 2002) y el riesgo (Beck, 2007), y configuran una actualización tecnológica de los modelos y dispositivos de dominación —antes nacionales— a la escena transnacional, erosionando la seguridad, estabilidad e integración social (Dörre, 2014; Kalleberg, 2018; Samid y Weber, 2019).

Considerando lo anterior, la precariedad, como un desafío central para la investigación en ciencias sociales, se inserta en el campo social como una suerte de bisagra en la aprehensión de realidad social, ya que:

  1. Se constituye en la subjetivación y el ejercicio colectivo de identificación de cierta condición–situación de negatividad, carencia e inseguridad, principalmente con relación al ejercicio del poder.

  2. Permite un acceso hacia las relaciones de poder globales que pretenden definir e instituir gran parte del carácter de las relaciones sociales en el siglo xxi y en tanto patrón estructural y común de las tendencias mundiales.

  3. Abre un puente para la comprensión de las principales revueltas, luchas, resistencias, protestas y movilizaciones sociales que han emergido en la última década en el ámbito global.

    Este artículo aborda el estudio de las precariedades sociales a partir de una perspectiva que resalta la necesidad de pensar la precariedad desde su carácter societario, histórico y relacional (Dörre, 2014). El objetivo es dar cuenta de la relevancia que ha cobrado la precariedad para la comprensión y análisis de las sociedades contemporáneas, así como de poner en relación y discusión la diversa literatura en el ámbito global para interpretar e identificar la formación de lo denominado «sociedades precarias».

    1. Capitalismo, neoliberalismo y precariedad(es)

    En las últimas décadas la «precarización» parece ser un discurso compartido y auxiliar de la descripción de los procesos sociales en marcha desde la implementación de las políticas neoliberales a escala global (Munck, 2018). Desde diversos enfoques de las ciencias sociales «la precariedad» aparece como una tendencia rastreable en los trabajos de múltiples autores que, desde distintas aproximaciones teóricas y nudos temáticos, parecen coincidir en su relevancia para la comprensión de la realidad contemporánea (Butler, 2004; Castel, 2006; Dörre, 2014) , la cual, en los análisis y diagnósticos contemporáneos, va de la mano de la introducción a comienzos del siglo xxi a un ciclo revolucionario de las formas de vida (Rosa, 2010). El capitalismo asume una aceleración del proceso global que sobrepasa los marcos de lo puramente nacional, internacional o multinacional, incidiendo en los espacios de la vida, ecosistemas y formas de habitar el mundo (Mezzadra y Neilson, 2016).

    En este proceso las dinámicas de jerarquización, segmentación y estratificación de las poblaciones se han visto redefinidas por el carácter depredador, bélico y autoritario que ha asumido la reproducción del capital y sus lógicas de interdependencia (Butler, 2004; Arriola y Vasapollo, 2005; Vasapollo, 2004; Sassen, 2015). En este sentido, el capitalismo ha fijado nuevos marcos de compresión y de sujeción de las realidades espacio–temporales a través de la invasión, la guerra, el poder militar, la negociación económica, la moda, la creación de un régimen legal, la deuda, entre otros.

    En esta compresión y sujeción de las realidades espacio–temporales se involucran diversas escalas, en las cuales la precariedad se ha expresado y extendido a través de la dinámica de un proceso global, sirviendo como un nuevo elemento a considerar en el desdibujamiento de las zonas del sistema–mundo y el desborde de sus fronteras (Mezzadra y Neilson, 2016). Esto puede constatarse en conflictos armados, procesos migratorios, la transnacionalización del capital y los actuales debates respecto a la soberanía (Hardt y Negri, 2000; Sassen, 2015).

    Las fronteras y límites que deben ser pensados en la conformación de este proceso son los derechos sociales, el aseguramiento y el trabajo (Castel, 2010), ya que constituyen algunos de los principales pilares de la organización de las sociedades contemporáneas. El capitalismo se concentra hoy en una lógica de desmonte de los derechos sociales y la protección social, y del aseguramiento del Estado, y remplazarlos por mercados abiertos a una economía de servicios y políticas de ajuste (Harvey, 2007a). En este proceso la mercantilización de la vida se expresa en el desfinanciamiento público, en las carencias del sector público en salud, educación y previsión social, en la desregulación laboral, ambiental, tributaria, entre otros.

    Esta expresión histórica del capitalismo ha tomado el nombre de neoliberalismo (Harvey, 2007a; O’Connor, 2010). El neoliberalismo ha instalado un sintagma monolítico centrado en la relación entre el empleo, el crecimiento económico y el bienestar —como «consecuencia lógica»—, lo cual ha permeado los significados de construir local, nacional e internacionalmente los modelos de desarrollo, los discursos políticos y las estrategias de resistencia de diversos actores (Sader, 2008; Gudynas, 2015).

    La intervención del neoliberalismo en diversos contextos espacio–temporales fija ciertas coordenadas para entender la homologación instituyente de la desregulación como principio arquitectónico fundamental de las relaciones sociales: destruir barreras, fronteras, instituciones y normas como mecanismos de compresión del espacio–tiempo del capital global (Sader, 2008; Rosa, 2010; Harvey, 2008; Sassen, 2013; 2015; Mezzadra y Neilson, 2016). Este eje de análisis, que se centra en las expresiones y rostros del neoliberalismo, supone en su diagnóstico entender la precarización como:

  4. Un proceso espiral en permanente adecuación de extensión y reforzamiento de la red de poder y expansión del capital en diversas escalas geográficas (Harvey, 2008).

  5. Una política ofensiva para desmantelar los programas, la inversión social y los gastos fiscales en protección social fundados en procesos de luchas sociales y una cultura de derechos (Castel, 2010).

  6. Una tendencia global a hacer vulnerables y dependientes los soportes de aseguramiento social —trabajo, salud, educación, entre otros—, introduciéndolos en la esfera de comercialización y consumo privado (Dörre, 2014; Lorey, 2015).

  7. Una flexibilización de los marcos de regulación y estabilidad del empleo, con la proliferación del «trabajo a–típico», el subempleo, la subocupación y el desempleo.

  8. Un proceso de cercamiento y segregación orientado hacia la «expulsión social» y el riesgo de un gran conjunto de la población mundial (Sassen, 2015; Balibar, 2013).

  9. La instauración y normalización de la pauperización y el endeudamiento, en tanto medida disciplinaria y como estrategia de sobrevivencia (Lazzarato, 2015).

  10. La estigmatización, criminalización, persecución y castigo a poblaciones específicas, como es el caso de migrantes, jóvenes —pobres—, mujeres, disidentes sexuales, entre otros (Butler, 2004; Federici, 2013; Viveros, 2016).

  11. Una conjunción de amenazas que se inscriben en un campo socio–ecológico y que tienen un alcance en la biosfera, la cual involucra un peligro inminente para la existencia humana y no–humana en el planeta (Weston, 2012; Angus, 2016).

    En esta diversidad de ejes de análisis del capitalismo contemporáneo la precarización cobra múltiples formas y rostros, los cuales se pueden identificar en perspectivas como «la brasileñización del mundo» (Beck, 2007), la redefinición de los «espacios del capital» (Harvey, 2007b), la inducción gubernamental de la indefensión (Butler, 2004) o la «metamorfosis de la cuestión social» (Castel, 2006). Todos estos diagnósticos, pese a sus distintas matrices teóricas, comparten en un ámbito intermedio de análisis o en un rango de medio alcance la presencia, latencia y expansión de la precariedad en las sociedades contemporáneas.

    Esta conjunción de ejes de análisis y su intersección en la precariedad habla de un capitalismo depredador, el cual se reproduce con base en la producción de carencias, de una población sujeta a la incertidumbre, del consumo, de la deuda y de las lógicas de control (Lazzarato, 2015). Este...

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