Teología y filosofía natural - Un solo Dios, una única verdad - Una historia de la verdad en occidente ciencia, arte, religión y política en la conformación de la cosmología moderna - Libros y Revistas - VLEX 874419963

Teología y filosofía natural

AutorMauricio Nieto Olarte
Páginas175-190
175
CAPÍTULO VII
TEOLOGÍA Y FILOSOFÍA NATURAL
LOS ERRORES DE ARISTÓTELES
Entre los autores más estudiados en la universidad medieval, hemos insisti-
do, Aristóteles tuvo una importancia particular, y para inicios del siglo
XIII
el
mundo cristiano ya conocía buena parte de la obra del lósofo griego. Como
hemos señalado, sus textos fueron esenciales en los curricula universitarios y
en los debates losócos y teológicos. Así, entre todas las obras griegas y ára-
bes que circularon en la Europa cristiana, la de Aristóteles fue la más estu-
diada y comentada; en pocas palabras, fue la gran autoridad. No hubiera
sido posible, entonces, enfrentar los grandes debates de la fe a espaldas de
este sistema de pensamiento, que era fundamental, pero también el centro
de tensiones, que, como algunos argumentan, fueron denitivas en la conso-
lidación de lo que llamamos ciencia moderna.
El estudio de la losofía pagana, necesario para la defensa de la fe, supu-
so también riesgos, caminos peligrosos y fuentes de “error” que requirieron
correcciones. El problema no era erradicar la inuencia de Aristóteles, lo
cual no hubiera sido posible, se trató, más bien, de adaptarla a los intereses
del cristianismo y determinar los límites entre la losofía y la fe. Lo anterior
implicó hacerles frente y resolver tensiones con la losofía griega en aspec-
tos fundamentales.
A partir de algunos de los textos aristotélicos mencionados más arriba,
los estudiosos medievales, como Tomás de Aquino, se enfrentaron a pregun-
tas de naturaleza teológica, como el origen del universo y el problema de la
creación, la inmortalidad del alma y la libertad humana; preguntas que re-
sultan inseparables de otros problemas que parecen más del terreno de las
ciencias de la naturaleza, como las grandes cuestiones cosmológicas, la exis-
tencia del vacío (la nada), las causas del movimiento y la caída libre, entre
otros.
Algunos planteamientos de Aristóteles resultaban incompatibles con el
dogma y la fe cristiana. De los diferentes conceptos aristotélicos que supo-
nían una posible amenaza para el cristianismo, podemos mencionar algunos
que nos conducirán a entender mejor el problema. En primer lugar, a los
defensores de Aristóteles se les acusó de profesar cierta forma de panteísmo,
UN SOLO DIOS, UNA ÚNICA VERDAD
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es decir, la idea de que se puede identicar a Dios con el universo. En segun-
do lugar, el cosmos aristotélico es eterno y no da lugar al acto de la creación,
lo cual contradice las Sagradas Escrituras. En tercer lugar, la causalidad en
la losofía natural de Aristóteles conlleva cierto tipo de determinismo inque-
brantable que no deja posibilidad alguna a los milagros. Además, la libertad
de elección humana, esencial para la doctrina cristiana de la salvación, esta-
ba restringida según Aristóteles, para quien la vida del ser humano está en
gran parte determinada por la formación que se recibe en la infancia y por
condiciones y eventos sobre los que no se puede decidir; por ejemplo, si se
nace esclavo u hombre libre, si se posee un cuerpo saludable o no.
No menos polémico fue el problema de la naturaleza del alma. Para Aris-
tóteles esta es la forma y esencia del cuerpo humano, por lo cual no puede
tener una existencia independiente del cuerpo. De acuerdo con esto, forma y
materia son inseparables, contradiciendo la creencia cristiana en la inmortali-
dad del alma. En la losofía aristotélica no es posible un accidente o una pro-
piedad sin una sustancia material, lo cual no solo diculta entender la idea de
un alma sin cuerpo, sino que hace imposible la doctrina de la eucaristía. La
transustanciación del pan y el vino en carne y sangre de Cristo va en contra-
vía con la necesidad física de una sustancia material. Aristóteles se convierte
así en el objeto de un fuerte debate en el siglo
XIII
que cambiaría el curso de la
ciencia. Veamos en qué consistió este debate y cómo se desarrolló.
Los líderes de la Iglesia empezaron a tomar acciones para prohibir o
purgar los planteamientos aristotélicos problemáticos. Las primeras accio-
nes radicales fueron tomadas por el papa Gregorio IX en el año de 1231 y
por el papa Inocencio IV en 1245. Ambos buscaron limpiar y corregir la lo-
sofía aristotélica de dichos errores y contradicciones. De ahí en adelante se
hicieron varios estudios al respecto, uno de los más famosos es el texto de
Giles de Román escrito en el año de 1270, titulado Errores de los lósofos.
Empero, el punto culminante de este debate ocurrió en 1277, cuando el papa
Juan XXI le ordenó al obispo de París, Étienne Tempier, estudiar y resolver
estas disputas entre teología y losofía. Como resultado, el obispo recopiló
una exhaustiva lista de errores de la losofía y condenó 219 proposiciones,
muchas de las cuales eran aristotélicas. El papa determinó que quien defen-
diera alguna de estas sería excomulgado.
Tal condena parece haber tenido un efecto inmediato sobre la autoridad
de la Iglesia y, a largo plazo, efectos profundos en la historia de la ciencia. La
importancia de este debate y de la condena aristotélica estaba relacionada
con la necesidad de una losofía que tomara distancia de la autoridad aris-
totélica y que resultara más acorde con la fe cristiana. En contra de las
expecta tivas del lector moderno, es posible argumentar que la defensa del
cristianismo, si bien fue un triunfo de la teología sobre la losofía natural en
su momento, tuvo más adelante un visible efecto sobre lo que hemos llama-
do el surgimiento de la ciencia moderna.

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