El territorio del derecho (una historia de la jurisdicción) - Derecho y geografía: espacio, poder y sistema jurídico - Libros y Revistas - VLEX 857370298

El territorio del derecho (una historia de la jurisdicción)

AutorRichard T. Ford
Cargo del AutorProfesor de Derecho y titular de la cátedra George E. Osborne en la Facultad de Derecho de la Universidad de Stanford
Páginas89-249
Test sorpresa: Nueva York, Reino Unido, Distrito de
Servicios Públicos Municipales del Área de East Bay,
Kwazulu (Sudáfrica), Catedral de Notre Dame, estado
de California, Ciudad del Vaticano, Suiza, embajada
estadounidense en la Unión Soviética. ¿Qué tienen en
común todos los elementos de esta lista?
Respuesta: Todos ellos son, o fueron, jurisdicciones
territoriales. Una de las tesis de este artículo es que las
jurisdicciones territoriales —los territorios recogidos en
una cartografía estricta, en la que los poderes definidos
formalmente son ejercidos por instituciones públicas
organizadas de la misma manera— son relativamente
nuevas y desarrollos tecnológicos sorprendentes. Son
Este proyecto recibió una financiación generosa de la Facultad de
Derecho de la Universidad de Stanford. Gracias a mis colegas por
crear el ambiente en el cual este proyecto tan poco convencional
recibió estímulo y apoyo.
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“nuevas” porque hasta el desarrollo de la cartografía
moderna la autoridad jurídica se correspondía por lo
general con relaciones de estatus más que de autoctonía.
Hoy la jurisdicción nos parece inevitable, pero, al igual
que con la muerte, es “un hábito al que la conciencia
no acaba de acostumbrarse”1.
¿Nos sorprende? Ahora nos hemos acostumbrado
a la jurisdicción territorial, tanto que nos es difícil
imaginar cómo podría organizarse el gobierno de otra
forma. Sin embargo, a pesar de varios cientos de años
de aclimatación, la gente continúa desorientada, con-
fundida y conmocionada por las consecuencias de la
legalidad jurisdiccional. Nos invade la admiración,
a veces a regañadientes, cuando nos enteramos de la
última Esmeralda que ha eludido el alcance territorial
del policía perseguidor. Hay ejemplos abundantes,
históricos o ficticios (o tal vez sincréticos de ambos).
Considérese la escalada de la familia Von Trapp con
sus dotes musicales, hacia la seguridad de la Suiza neu-
tral2; la huida del contrabandista encarnado por Burt
Reynolds en Bandit, que se para justo lo suficiente sobre
los límites del condado para burlarse del comisario de
policía Bufford T. Justice, alias Smokey3; el viaje heroico
y desesperado por las vías ferroviarias de los esclavos
1 Jean Baudrillard, Forget Foucault (Cambridge: mit Press, 1987),
23.
2 Véase la encantadora, aunque almibarada, Maria von Trapp, The
Sound of Music. Película. Robert Wise. Los Angeles: 20th Century
Fox, 1965 (conocida como Sonrisas y lágrimas en España y La
novicia rebelde en Hispanoamérica).
3 Véase el clásico del cine del entretenimiento simplón de finales
de la década de los setenta: Haal Needham y Robert L. Levi,
Smokey and the Bandit. Película. California: Universal Pictures,
1977 (conocida como Los caraduras en España y Dos pícaros con
suerte en Hispanoamérica).
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fugitivos; la embarazada extranjera, antes heroica, ahora
demonizada, que intenta pasar la frontera para dar a luz
en suelo estadounidense y garantizar así la ciudadanía
estadounidense para su hijo.
Este último ejemplo ilustra otra tesis de este artículo.
La jurisdicción territorial produce identidades políticas
y sociales. Las jurisdicciones definen la identidad de las
personas que las ocupan. El límite jurisdiccional hace
algo más que separar un territorio. Separa también clases
de personas: los nativos de los extranjeros, los urbani-
tas de los que viven en el campo, los ciudadanos de los
visitantes, los esclavos de los hombres libres.
Hasta cierto punto, las identidades jurisdicciones se
escogen. En algunos casos, una persona puede pasar de
una jurisdicción a otra y adoptar así la identidad de su
nueva localización. Muchos analistas han sugerido que
esta clase de movilidad convierte las relaciones basadas
en la territorialidad en otras parecidas a contratos volun-
tarios. El individuo móvil “busca adquirir” una juris-
dicción, de la misma forma en que el comprador pasea
por el centro comercial buscando el regalo de Navidad
apropiado4. Sin embargo, también hay identidades
territoriales que no pueden escogerse libremente. Aun
si la mera presencia física establece la pertenencia a una
jurisdicción, uno se ve obligado a aceptar un “paquete”
de elementos ligados a la jurisdicción. No se puede vivir
en San Francisco pagando los impuestos en Los Ángeles
para recibir en la primera ciudad el conjunto de servi-
cios públicos de la segunda, ni puedo escoger cuáles
servicios de San Francisco quiero y cuáles no. Aunque
los mercados económicos se resisten generalmente a
4 Véase, por ejemplo: Charles M. Tiebout, “A Pure Theory of Local
Expenditures”. Journal of Political Economy, 64, n.° 5 (1956): 416.
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