Urbanización informal: diagnóstico y políticas. Una revisión al debate latinoamericano para pensar líneas de acción actuales - Heterogeneidad estructural en la ciudad latinoamericana - Libros y Revistas - VLEX 911527375

Urbanización informal: diagnóstico y políticas. Una revisión al debate latinoamericano para pensar líneas de acción actuales

AutorSamuel Jaramillo González
Páginas77-112
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Introducción
La precariedad habitacional de amplios sectores de la población urbana
es una calamidad que ha acompañado a las ciudades latinoamericanas
tal vez desde sus comienzos. En esto quizás su historia no se distinga
mucho de la de las ciudades en los países capitalistas centrales. Sin
embargo, existen dos rasgos que sí ofrecen cierta peculiaridad en las
manifestaciones de este fenómeno en las urbes de la región: en primer
lugar, su persistencia. Las dicultades habitacionales siguen siendo muy
graves y los tímidos progresos en su combate muestran un claro desfase
con respecto al crecimiento económico y al avance en otros frentes de
mejoramiento de las condiciones de vida. En segundo lugar, es bien
notorio que la penuria habitacional aparece íntimamente ligada a mo-
dalidades de producción del espacio construido y a formas de ocupación
del suelo por parte de los pobladores más pobres, que contrastan con
* Este texto fue publicado en el libro Irregul ar: Suelo y mercado en América Latina, coor-
dinado por Clara Eugenia Sala zar y editado por El Colegio de México en el 2012.
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78 HETER OGENE IDAD ES TRUCT URAL EN LA CI UDAD L ATINOA MERIC ANA
las del resto de la población y que son percibidas como una alteridad.
En nuestra región, a lo largo de los años y desde mediados del siglo 
se han sucedido diversas interpretaciones sobre esta diferencia en las
prácticas habitacionales populares, y ellas parecen ligarse a estrategias
de acción estatal para enfrentar las preocupantes carencias de vivienda
de los más pobres.
En este texto haremos una revisión de algunas de las representacio-
nes más importantes de este fenómeno y sus líneas de política corres-
pondiente, incluyendo la que parece predominante hoy en día, la de la
informalidad. Intentaremos analizar esta última desde una perspectiva
crítica en la tradición marxista. Para ello, retomamos algunos plantea-
mientos realizados desde esta óptica en el continente en el pasado, pero
los tamizaremos con algunos desarrollos recientes en esta vertiente
teórica. Se trata, sin embargo, de una reexión en marcha que no llega
a conclusiones tajantes pero que, a nuestro juicio, abre una senda de
análisis auspiciosa que potencialmente puede alimentar líneas de acción.
Además de esta introducción, este texto tiene otras cuatro secciones.
En la inicial, examina mos las tesis dualistas culturalistas de la teoría de
la marginalidad, la primera interpretación sistemática sobre el asunto, y
se analizan las que consideramos son sus dos vertientes. En la tercera,
analizamos la crítica est ructuralista y marxista dependentista de los años
setenta y ochenta a estas tesis y algunas de sus conclusiones de política.
La cuarta sección examina muy sucintamente el planteamiento liberal
de informalidad. Y en la quinta y última exponemos algunas reexiones
de una interpretación marxista de este fenómeno que busca involucrar
algunos desarrollos teóricos recientes al respecto.
El dualismo culturalista: la teoría de la marginalidad
La primera formulación de una interpretación con pretensiones de siste-
maticidad sobre estos contrastes en las prácticas espaciales en nuestras
ciudades fue hecha desde comienzos de la década de 1960 (aunque hay
algunos antecedentes importantes) y desembocó en lo que se conoció y
se sigue conociendo como teoría de la marginalidad, que estuvo adscrita
en sus orígenes a la tradición de la sociología urbana norteamericana de
corte positivista (y a sus antecedentes clásicos alemanes de comienzos del
siglo ). Dentro de estas concepciones, la ciudad desempeña un papel
decisivo en el tránsito de las sociedades desde un estadio “tradicional”
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79URBA NIZACI ÓN INF ORMA L: DIAGN ÓSTIC O Y POLÍ TICAS
hacia uno “moderno”: la primera situación corresponde a un ámbito
rural, pero la ciudad, con su capacidad de multiplicar la interacción y
de debilitar el control social que inhibe el cambio, entre otros, da paso a
la sociedad dinámica, abierta, con un nivel de vida alto, que conocemos
como “moderna”. En América Latina de mediados de ese siglo, en los
procesos de cambio social ligados a la industrialización sustitutiva, las
ciudades —que crecen velozmente y que atraen de manera abrupta a
ingentes conglomerados de migrantes desde las zonas rurales— parecen
haber cumplido su papel esperado en la “modernización”: sus manifes-
taciones físicas son bien conspicuas y aparecen rascacielos, avenidas,
sectores comerciales cosmopolitas, conjuntos de vivienda previamente
desconocidos. Pero he aquí que paralelamente a esta modernización exi-
tosa, en nuestra región la ciudad muestra porciones cuya magnitud crece
de manera alarmante, lo que disuena con este pasaje a la tierra prometi-
da: barrios pobres que se construyen de modo precario, cuya apariencia
recuerda precisamente a los poblados del campo tradicional, atrasado y
renuente al cambio, habitados por grupos muy pobres, fundamentalmente
de recién llegados, que mantienen comportamientos y valores extraños
a este proceso de transformación. El campo y la sociedad tradicional
persisten y se reproducen en el territorio de las nuevas aglomeraciones
urbanas: para recordar una expresión de la época, emerge un proceso
muy enigmático de “ruralización de las ciudades”. Grupos importantes
de la sociedad quedan al margen del progreso y de la transformación
social, de donde surge la denominación de esta interpretación: teoría de
la marginalidad (Desal, 1969; Vekemans et al., 1970).
La teoría de la marginalidad pretende explicar esta paradoja. Dadas
sus raíces, su hipótesis fundamental es de tipo cultural: parecen existir
inercias y barreras para que todos los grupos de la sociedad puedan
participar en el avasallador tránsito hacia la sociedad moderna. Estos
cambios, que en cierta medida vienen inducidos desde fuera, se dan
en América Latina con una celeridad tal que ciertos contingentes de
población no tienen el tiempo de adaptarse: persisten en sus valores y
prácticas ancestrales y estos no solo están presentes como un residuo,
sino que se constituyen en una barrera para el cambio mismo. Dentro
de este amplio entendimiento existen variaciones importantes en la
identicación precisa de estos obstáculos, lo que conduce a estrategias
de política pública bastante diversas.
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