La vida 15 años después de la Masacre del Naya - 11 de Abril de 2016 - El Tiempo - Noticias - VLEX 632409565

La vida 15 años después de la Masacre del Naya

La vida 15 años después de la Masacre del Naya

Los sobrevivientes de uno de los actos de mayor barbarie en la historia de Colombia cuentan cómo lograron reponerse a los horrores de la guerra.

Diego Arias Especial para EL TIEMPO Hubo un tiempo, por allá en los años 50, cuando varias personas, huyendo de la violencia, iniciaron una expedición en busca de seguridad y mejores oportunidades de vida hacia las montañas de una tierra exuberante pero casi inhóspita: el Alto Naya. Por esa época, familias que pertenecían a comunidades Nasa del norte del Cauca se abrieron camino hacia este territorio desconocido en donde finalmente se asentaron y durante mucho tiempo vivieron en paz, junto a campesinos y afrodescendientes. Pero luego aparecieron, allá también, los actores armados y con ellos la guerra. Primero las Farc y luego el Eln, que en 2001 terminó por llevar a los secuestrados del kilómetro 18 de Cali hacia esa zona. También llegaron los cultivos de coca y las fumigaciones, y los paramilitares que entre los días 10 y 11 abril de la Semana Santa de 2001 perpetraron la aberrante y bien conocida ‘Masacre del Naya’, en la que, según las autoridades, murieron cerca de 50 personas. Y, desde entonces, nada volvió a ser igual. Gerson Acosta tenía 23 años y desde ese momento todo su tiempo y energía han estado consagrados a acompañar a su comunidad en el esfuerzo por construir un destino común. Ahora es el gobernador del cabildo indígena Kitek Kiwe. Con más años y mucha más madurez, experiencia y sabiduría, Gerson reclama con vehemencia que sean satisfechas las aspiraciones de verdad y justicia de las víctimas, no solo las de su propia comunidad, sino las de toda la región y el país, y exige que se determine quiénes “al más alto nivel” instigaron la masacre y no solo se juzgue a quienes la ejecutaron. Lucha y resistencia En medio del dolor, la confusión y una cuestionable respuesta estatal, miles de personas –se ha establecido que cerca de 5.000– se vieron obligadas a abandonar sus territorios, unos cargando sus muertos y otros dejándolos atrás. Algunas comunidades se alojaron en albergues transitorios, primero en la escuela mixta de Timba y posteriormente en la plaza de toros de Santander de Quilichao. Otros, bajo el liderazgo de una valiente mujer, Lisinia Collazos, que con la incursión paramilitar perdió a su esposo, se desplazaron hasta Tóez. “Fueron unos momentos muy difíciles”, anota Gerson, y continúa, “en esos días los compañeros Enrique Fernández, Enrique Güetio, José Leandro Güetio y Jorge Salazar, entre otros, asumieron el liderazgo. Había que resolver muchas urgencias, incluidas las de tipo humanitario, de manera que fue muy importante la organización en comités, las gestiones externas y el apoyo solidario de otras comunidades y cabildos como los del Norte del Cauca (Acin)”. Pero luego de casi tres años algunas personas decidieron regresar al Naya sin acompañamiento institucional. En esas condiciones, anota el gobernador, “nosotros decidimos resistir a ese retorno sin garantías y establecimos unos propósitos para reivindicar nuestros derechos individuales y colectivos. Por eso escogimos una opción digna de reasentamiento, lo cual se logró mediante una acción de tutela contra el Estado que, al ser respondida favorablemente, obligó al Incora –hoy Incoder– a adjudicarnos un predio rural que es en donde hoy nos asumimos como una comunidad indígena”. ‘Tierra Floreciente’ Kitek Kiwe o Tierra Floreciente es una comunidad que se gestó en abril del 2004 (coincidiendo con un aniversario de la masacre). En una finca de 289 hectáreas de tierra, ubicada muy cerca del municipio de Timbío, a media hora de Popayán, Cauca, se hizo el reasentamiento, inicialmente, de 70 familias...

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