La vigencia del Movimiento Izquierda Revolucionaria (MIR) en Chile en Las manos al fuego, de José Gai Hernández - Segunda parte. La novela de crímenes - La novela de crímenes en América Latina: un espacio de anomia social - Libros y Revistas - VLEX 857331111

La vigencia del Movimiento Izquierda Revolucionaria (MIR) en Chile en Las manos al fuego, de José Gai Hernández

AutorGustavo Forero Quintero
Cargo del AutorDoctor Cum Laude en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Salamanca, por un estudio sobre el símbolo del espejo en la novela histórica de Germán Espinosa, y Magíster en Études Romanes de la Universidad de la Sorbona (París IV)
Páginas313-332
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LA VIGENCIA DEL MOVIMIENTO IZQUIERDA
REVOLUCIONARIA (miR) EN CHILE EN LAS MANOS
AL FUEGO, DE JOSÉ GAI HERNÁNDEZ
¿Qué tal cierta gente que tiene a un país en el puño, pero
igual tortura, mata y de paso aprovecha de [sic] robar?
(Gai Hernández 243)
En Las manos al fuego (2006), de José Gai Hernández (La Serena, 1948),1
la investigación de un procurador, llamado solo Adrián, respecto del caso
del secuestro y muerte del empresario Dantón Labra, en 1983, le permite al
escritor reflexionar en torno a las circunstancias de la dictadura de Augusto
Pinochet (1973-1990) y la vigencia del Movimiento Izquierda Revolucionaria
(miR) en Chile.
Adrián, hijo de un viejo dirigente sindical “con su mismo nombre y ape-
llido [del que no se tiene noticia]” (193),2 que fue despedido por dirigir una
1 Escritor, periodista, ilustrador y humorista gráfico chileno. Ha desarrollado una actividad
permanente en pintura, con seis exposiciones individuales. En literatura, ha publicado las
novelas Las manos al fuego (2006) y Los Lambton (2009), así como los libros de cuentos El
Veinte (2007) y Yo, Él (2012). Es autor de los libros de humor gráfico Y Piñera… mucho…
poquito… nada (2011) y Ojo en tinta (2012), al igual que de la novela gráfica Capitán Garra:
los lobos del desierto (2010), primera parte de una trilogía de ambientación histórica (finales
del siglo xix). En 2014 regresó al género negro con la novela El caso P.
2 Para Patricio Lizama (2008), Adrián “asume que su compromiso político está ligado a la
memoria y a la reparación simbólica del padre” (205).
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huelga en la sastrería de un acaudalado comerciante catalán, Pau Pons, y de
una mujer que muere justo “en el verano del 73” (223), investiga en 1983 la
muerte de Dantón Labra, “un empresario cercano al comité de ayuda a los
presos políticos, [... que] había empezado a ser perseguido y amenazado. Tres
días antes [de informarse, este empresario] había desaparecido” (14). Adrián
trabaja como procurador en la oficina de Ferrer y Gálmez, “[d]os abogados
demócrata-cristianos […]. Gente valiente. Y gente que apostaba a largo plazo,
también” (13).3 Desde su punto de vista, “[u]na oficina que se dedicaba a
los derechos humanos en esos tiempos estaba expuesta a [… ‘casos gordos’]
y a los peligros complementarios” (12) como en esta investigación. “Es que
también se progresaba en el bando contrario” (13), remata este personaje,
precisando el contexto de tensión entre distintas fuerzas políticas en los años
ochenta del siglo xx. En tal contexto, para los abogados Ferrer y Gálmez,
“[p]or suerte estaba Adrián para esas misiones oscuras; por algo se contaban
de él ciertas cosas” (19), precisa el narrador emplazando la curiosidad del
lector respecto de su pasado. En principio, en 1983, diez años después del
golpe de Estado, algo han cambiado las circunstancias: Adrián es procurador
e investiga el asunto de Labra. Él ha dejado de lado de la dictadura su antigua
militancia y ha hecho su vida. Según sus propias palabras:
[…] se aprendía a sobrevivir. Era mi caso, al menos. Diez años atrás (diez años,
pensé; voy a pasarme clavado a esa marca) estaba mucho peor: semiclandesti-
no, con los estudios de Leyes interrumpidos desde hacía tiempo, con escasas
posibilidades de reiniciarlos y dudando si afrontar la vergüenza de exiliarme o
buscar algo en qué ganarme la vida. (13)
La investigación en torno al caso Labra obliga a Adrián volver a La Se-
rena, ciudad donde transcurrió su juventud, militó en el miR y se enamoró
de una joven: “una caminata al pasado. Eso era lo que me ocurría con La
Serena, con Monserrat” (77). Esta vuelta procura, además, una evocación
de los antecedentes de la dictadura, su acta de nacimiento con el golpe de
Estado de 1973 y su condición en los años ochenta del siglo xx, cuando se
vive una crisis económica derivada de la crisis mundial:
3 Según Camilo Marks (2007), “quienes tramitan casos de derechos humanos como plata-
forma para escalar posiciones” (párr. 2).

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