Del viajero al turista: estetica y politica del paisaje urbano. - Núm. 19, Julio 2008 - Revista Desafíos - Libros y Revistas - VLEX 68447795

Del viajero al turista: estetica y politica del paisaje urbano.

AutorTorregroza Lara, Enver Joel
CargoII. Ciudad y territorio
Páginas72(32)

Resumen

El propósito de este ensayo es promover reflexiones sobre el paisaje urbano que vayan más" allá del concepto de paisaje natural y de la noción de paisaje como objeto de representación pictórica. Gracias a una excursión inicial por la estética de la impureza propuesta por Mathieu Kessler, se describen los modos de ser del viajero y del turista: dos de los posibles enfoques perceptivos del paisaje que implican, cada uno a su manera, una particular disposición para la felicidad en el espacio geográfico. Semejante descripción ético-estética se amplia para recorrer, en sus complicidades, tensiones y paradojas, el modo de ser "citadino" o "ciudadano" de quien transita la ciudad contemporánea. Se defiende así a idea de que el exceso de ciudad que constituye ontológicamente la urbe contemporánea es en parte compensado --felicidad en la infelicidad-- con la disposición ético-estética del transeúnte, urbano.

Palabras clave: Estética, ontología, ética, política, ekística, paisaje urbano, dudad, viajeros, turismo, ciudadanía.

Of the traveler to the tourist: a esthetics and politics of the urban landscape

Abstract

The aim of this essay is to promote thought on urban landscapes that go further than the concept of natural landscapes and than the notion of a landscape as ah object of pictoral representation. Thanks to an initial digression of the esthetics of impurity proposed by Mathieu Kessler, the traveler's and tourist's way of being are described: two of the possible landscape's perceptive focuses that imply, each in their own way, a particular disposition towards joy in the geographical area. Such ethical-esthetic description is widened to cover, the "urban city dweller" or the "citizen's" ways of being and transiting the contemporary city, within its complicities, pressures and paradoxes; thus defending the idea that the excess city which ontologically constitutes the contemporary metropolis is in part compensated --happiness in unhappiness-- with the ethical-esthetic disposition of the temporary urban resident.

Key words: esthetics, ontology, ethics, policy, ekistics, urban landscape, city, travelers, tourism, citizenship.

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Est igitur nocidvitati, vel ex loci dispositone, vel ex quibuscumque aliis rebus deliciis superfluis abundare. Tomás de Aquino, De regimine prindpium, II, 4

Introducción

El propósito de este ensayo es proponer un concepto de paisaje urbano distante de las restringidas nociones de "paisaje natural" y de "pintura de paisaje". En la primera sección se describe la forma corriente de concebir y experimentar d paisaje como objeto de placer, escenario para las acciones humanas y espacio natural opuesto a la ciudad. Tal descripción permite comprender por qué se acostumbra asociar el paisaje a la naturaleza y a la pintura.

Con el fin de tomar distancia de las formas más corrientes de hablar sobre d paisaje, en la segunda sección se describen los modos de ser de viajero y del turista, mediante una breve excursión por la "estética de la impureza" propuesta por Mathieu Kessler. (1) El viajero y el turista constituyen dos de los posibles enfoques perceptivos del paisaje que implican, cada uno a su manera, una particular y distinta disposición para la felicidad en el espacio geográfico.

En la tercera y última sección, la descripción ético-estética de ambos modos de ser se amplía para recorrer, en sus complicidades, tensiones y paradojas, el modo de ser "citadino" o "ciudadano" de quien transita la ciudad contemporánea. Se defiende allí la idea de que el exceso de ciudad que constituye ontológicamente la urbe contemporánea es en parte compensado --felicidad en la infelicidad-- con la disposición ético-estética del transeúnte urbano.

  1. Formas habituales de concebir el paisaje

    1.1 El paisaje como pintura

    El paisaje usualmente ha sido considerado un tema estético. No porque la actividad filosófica occidental le haya dedicado, en el campo de trabajo conocido como "estética", un volumen amplio de reflexiones. Por el contrario, lo cierto es que la filosofía no ha hablado mucho sobre el paisaje, sino indirectamente al hablar de la naturaleza. Así se crea que lo dicho sobre el paisaje es por ahora suficiente --me refiero, por ejemplo, a las reflexiones sobre la simpatía como objeto propio de la pintura de la naturaleza en la Estética de Hegel--, el paisaje no es un tema ni recurrente ni central en la filosofía. (2) Afirmar que el paisaje usualmente es considerado un tema estético significa, más bien, que para el entendimiento común este constituye una realidad que genera placer.

    Por estético no se entiende aquí la satisfacción desinteresada que caracteriza, según Kant, el juicio puro de gusto. Según d filósofo alemán, "cada cual debe confesar que el juicio sobre la belleza de algo en el que se mezcla el menor interés es muy parcial y no es un juicio puro de gusto") Así, si demuestro interés en la existencia del edificio que observo, el placer que me provee su visión no es puramente estético, es un placer contaminado por el deseo de mantener la causa de mi deleite. La satisfacción pura que provee la belleza no se rebaja, para el puritano de Konisberg, al goce placentero de quien se deleita con agrado en la existencia del objeto. (4) Algo distinto ocurre en la forma corriente de tratar las cosas: los paisajes se aprecian o desprecian, valen por el placer que producen y la estimación que se les otorga depende del deseo de aquel que los contempla.

    Como no todos tenemos la misma clase de relación con el paisaje, este pareciera estar dispuesto para ser degustado según el parecer de cada quien. El paisaje --se dice-- es objeto de goce estético. Por eso mismo, se cree que no hay conocimiento sobre el paisaje distinto de la experiencia subjetiva, siempre de carácter individual. El paisaje queda así por fuera de toda pretendida observación científica, no porque la ciencia no hable de paisajes, sino porque el goce no es su objetivo principal.

    Como las posturas estéticas no son universalmente compartidas, se cree que ninguna cuestión estética es objetiva; sobre todo tratándose de paisajes. Mientras que en otros campos de apreciación estética se admite la existencia de autoridades competentes en la materia, que pueden emitir juicios mucho más depurados que los de una persona común, el paisaje parece pertenecer al terreno de lo que está abierto a todos, pudiendo ser juzgado sin reservas. Por supuesto, esto sólo se admite en relación con el paisaje "directamente" observado por un espectador, sin defensas; después de todo, existen reservas con respecto a la capacidad de cualquiera de emitir un juicio aceptable sobre la pintura de un paisaje.

    Que el paisaje sea considerado un tema estético también significa que es considerado como un campo de trabajo de arquitectos y diseñadores, pues son ellos los que se encargan profesionalmente de tenerlo en cuenta a la hora de diseñar, construir y ambientar un espacio para el hombre. Motivados por la filosofía, arquitectos y diseñadores también han tenido que pensar hasta qué punto en este espacio el ser humano encuentra su destino; si es un espacio del hombre. (5) Semejante cuestión ha resultado crucial para pensar todo aquello que se quiere decir con la expresión "espacio humano": el espacio del hombre en la era de los viajes espaciales, el espacio acomodado a los requerimientos del hombre, el espacio como un quantum mínimo de extensión para que un cuerpo pueda darse, y --siguiendo a Heidegger-- el espacio que el ser humano le otorga libremente al espacio, el espacio liberador y liberado. (6) En este sentido, uno de los mayores retos a los que se enfrenta la arquitectura contemporánea tiene que ver con pensar conjuntamente dos espacios ontológicamente diferentes: el geométrico (de la técnica) y el plástico (de la escultura).

    La arquitectura contemporánea también ha dado lugar a aproximaciones discursivas sobre el espacio en las que la categoría "paisaje" resulta ser la más general y central, abarcando tanto lo urbano como lo no urbano; aunque lo ha hecho más por una moda estetizante o un hábito de la retórica ecológica que por una decisión consciente. (7) Según la forma corriente de entender el asunto, la tarea de arquitectos y diseñadores sigue siendo la de producir espacio a escala humana; un espacio en el que d paisaje tenga , algún lugar, ya sea como entorno, como jardín o como pintura.

    En el concepto tradicional y común del espacio arquitectónico como un espacio diseñado para el hombre, el paisaje parece tener el lugar de lo accesorio, del decorado o del marco; forma de relacionarse con el paisaje que corresponde a la idea de este como escenario para grandes obras, marco en el que se desarrollan empresas o se desencadenan acontecimientos. Así lo señala la historia de su lugar en la pintura occidental; antes de la pintura impresionista liberada en sus objetivos gracias a la aparición de la fotografía, antes del paisaje de la pintura de género del realismo bucólico del siglo XIX, antes de la pintura flamenca del XVI, el paisaje en la pintura había sido apenas un marco para las acciones divinas o humanas. (8)

    Cuando se habla de paisajes también se trata, generalmente, de imágenes: representaciones pictóricas que buscan recrear la experiencia visual de un paraje, que proyectan en una superficie bidimensional lugares soñados destinados a estimular nuestra imaginación, o simplemente fotografías que tratan de capturar en un instante el esplendor, la belleza o el sobrecogedor espectáculo de algún paraje del mundo. Cabe preguntarse desde ya hasta qué punto el paisaje experimentado por el observador que lo contempla no está por principio configurado por el paisaje representado, figurado, fotografiado o incluso soñado. Resulta difícil pensar hoy en día en el paisaje sin tener en cuenta cómo el modo en que este es representado ordena nuestra simple percepción cotidiana de los parajes.

    Muchos parajes que visitamos ya han sido vistos de algún modo. No sólo porque...

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