Galindrez, el colombiano que camina de ‘la mano de Dios’ - 30 de Septiembre de 2018 - El Tiempo - Noticias - VLEX 741099785

Galindrez, el colombiano que camina de ‘la mano de Dios’

-¿Cómo estás, negrito? -le pregunta el mismísimo Diego Armando Maradona a Juan Galindrez, al que casi no le salen las palabras. -… Contento, profe Diego, motivado con su llegada -al fin responde Juan, que es mucho más alto que Maradona, pero se siente pequeñito a su lado. -Qué bueno. Hay que meterla -le dice Diego y le da un abrazo al joven delantero colombiano al que recién está conociendo y ya le pide goles. -Claro. Con su llegada, profe Diego, me volvió la magia… -ja ja ja. Qué bueno, negrito, qué bueno. A trabajar. Es el campo de entrenamiento del club Dorados de Sinaloa de la ciudad de Culiacán, en el noroeste de México. Maradona está recién llegado como entrenador. La ciudad, que normalmente es beisbolera, está en conmoción con su llegada. La hinchada está enardecida. Los medios de comunicación abordan al equipo como si se tratara del campeón mexicano, pero es Dorados, que juega en la segunda división. Juan Galindrez -vallecaucano, 24 años, 1,82 metros de estatura- no bromeaba con su nuevo DT. Piensa que Diego llegó para contagiarlo con su mística, con su energía y con su magia. Ahora siente renovadas fuerzas, renovados talentos. Galindrez nunca imaginó, ni pensó ni soñó que Maradona fuera a ser su entrenador. Ni siquiera lo creyó cuando la noticia empezó a rondar el club. Tampoco se convenció cuando en un partido reciente contra Veracruz, que él no jugó y lo vio desde la tribuna, la gente se le acercó y le preguntó con curiosidad si era verdad que Diego iba a ser el nuevo técnico. Hasta el final pensó que era una broma o rumores de prensa. Pocos días después lo vio en persona, a Diego Maradona, en el campo de entrenamiento de Dorados, tomándose un café. Fue como un espejismo, aunque la noticia ya era una bomba en México y en todo el mundo. Su reacción fue la de cualquier persona cuando lo ve. Actuó por instinto. Lo abordó, lo saludó, sin pensar en cómo le respondería. Diego le devolvió un saludo cordial y, como lo vio sin camiseta, le dio un golpecito en el abdomen. "Ah, ¡pero si sos un tanque!", dice Juan que le dijo Maradona, y Juan pone ese acento argentino que tropieza con el valluno, pero que ambienta su anécdota. Entonces Juan se animó, aclaró su garganta y le pidió una selfi, como si ese fuera el único momento que tendría para hacerlo. Unas semanas después ya tiene fotos, videos, abrazos y anécdotas con él. Pero ese día era especial, era el primero. Diego sonrió y permitió la foto. Luego cada uno siguió en lo suyo. Ya no eran...

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