‘Mochomán’ rueda en un sueño a su medida - 18 de Noviembre de 2018 - El Tiempo - Noticias - VLEX 745943033

‘Mochomán’ rueda en un sueño a su medida

José Orlando Ascencio - subeditor de deportes - @josascJuan José Florián, o ‘Mochomán’, como le gusta que le digan, tiene el sueño de competir en los Juegos Paralímpicos de Tokio, en 2020. Ya había tenido acercamientos al deporte con la natación, pero encontró en el ciclismo su medio para salir adelante. Pero para ello, él mismo ha tenido que ir diseñando, paso a paso, tocando puertas y con la ayuda de mucha gente, la bicicleta que se adapte a sus condiciones físicas. El 12 de julio de 2011, Florián, quien fue soldado profesional y hoy tiene 35 años, perdió las dos manos, la pierna derecha y la visión del ojo derecho. Las Farc dejaron frente a la casa de su mamá un paquete explosivo, luego de que ella se negó a pagar una ‘vacuna’. Duró 12 días en estado de coma inducido y al comienzo cayó en un estado de depresión, que, en su momento, superó con la práctica de la natación. Estuvo retirado un tiempo del deporte. Estudió psicología, pero se dio cuenta de que le hacía falta la competencia y empezó a averiguar por otras disciplinas. Ahí encontró que en el ciclismo podía haber opciones. Averiguó en qué categoría podía competir y encontró que entraba en la C1, en la que están los que solo pueden pedalear con una pierna o con dos prótesis. También averiguó cuánta competencia tenía: 17 en el mundo, 5 a nivel panamericano y ninguno en Colombia. Ahí se ‘lanzó al agua’. O mejor, a las carreteras. ‘Mochomán’ empezó a buscar quién le podía adaptar una bicicleta y empezó a visitar tiendas de ortopedia. "No encontraba quién lo hiciera. Me daban consejos, pero me decían que si yo había sobrevivido a una mina, cómo iba a arriesgar mi vida en una bicicleta, que cuántos ciclistas perdían la vida a diario. Por dentro decía: ‘Este man no me sirve’, y seguía buscando", recordó. Como no encontraba ayuda, el mismo comenzó a inventarse las adaptaciones. Primero consiguió un ornamentador, al que le pidió que le soldara un pedazo de lámina y encima, un pedazo de varilla para poner ahí los muñones. "Yo tenía un carpajín con el que patrullé toda la vida en el Ejército. Más de una vez me lo quisieron botar, lo veían como un estorbo. Pues de ese carpajín sacamos los pedazos para forrar el manubrio", dijo. El experimento funcionó para que pudiera comenzar a pedalear, pero los brazos se salían cuando cogía algún hueco o algún desnivel. Ahí apareció Pedro Fonseca, quien le ayudó a diseñar el manubrio adecuado, tomando como modelo uno que utilizaba un ciclista español...

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