‘Imaginarlos fue mi forma íntima de resistir’ - 13 de Septiembre de 2020 - El Tiempo - Noticias - VLEX 847802442

‘Imaginarlos fue mi forma íntima de resistir’

Un 11 de septiembre del 73, hace casi cincuenta años, las fuerzas armadas de Chile daban un golpe militar contra el gobierno democrático de Salvador Allende. Cada año se suceden las imágenes en la mente de los chilenos, en la de todos aquellos que observaban la televisión, viendo cómo la realidad se convertía poco a poco en un fantasma. Hacia las nueve de la mañana se emite la primera proclama militar. Una hora después, Allende pronuncia su último discurso, minutos antes de que comience el bombardeo sobre el Palacio de la Moneda. Más de doscientas mil personas tuvieron que irse del país, huyendo de la dictadura de Augusto Pinochet. Otras tres mil fueron ejecutadas o simplemente desaparecidas. Las que sobrevivieron a los campos de detención, en cárceles y estadios deportivos, en la distancia del desierto o en el interior de unos barcos improvisados, fueron violadas o torturadas por los militares. Según cifras oficiales, se habla de 28.259 víctimas. El mismo día del golpe, Raúl Zurita, un estudiante de ingeniería, fue detenido en Valparaíso a las seis de la mañana, cuando iba de camino a la universidad. Primero fue llevado al estadio de Playa Ancha, después al carguero Maipó, un barco en el que fueron torturadas unas ochocientas personas. Para los que han vivido estas circunstancias, una de las razones para sobrevivir es convertirse en un testigo, como advierte el filósofo italiano Giorgio Agamben. El problema en estos casos es que el lenguaje se desgarra con el cuerpo. No alcanzan las palabras ni tampoco los gestos, no existe una expresión que pueda responder a la ignominia, condenando a los testigos al murmullo o al aullido. Esto se vive en Zurita de manera literal. Más que con el canto, su poesía tiene su inicio con un gesto igualmente violento: el momento en que el poeta se hiere la mejilla con un hierro ardiente, dos años después de la detención. La imagen de su rostro quemado es la portada de Purgatorio (1979), el primero de sus libros, después le seguirá Anteparaíso en el 82. Aquí comienza el movimiento de sus paisajes. Un ojo donde se extiende la magnitud de las costas chilenas. La cordillera de los Andes que ha comenzado a moverse como el mar. Todo el desierto de Atacama suspendido en el aire, "como un pájaro". Ante la magnitud de la dictadura, tan devastadora para toda su generación, Zurita opondría la dimensión de estos paisajes alucinados. Todas aquellas cosas que imaginó en el carguero de Maipó, tratando de vislumbrar el paraíso...

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