‘Gaviria tenía dos pecados para este país: su pensamiento liberal y, además, agnóstico’ - 1 de Noviembre de 2020 - El Tiempo - Noticias - VLEX 851284712

‘Gaviria tenía dos pecados para este país: su pensamiento liberal y, además, agnóstico’

ARMANDO NEIRA - EDITOR DE POLITICA DE EL TIEMPO @armandoneiraHan pasado cinco años desde el fallecimiento de Carlos Gaviria Díaz (Sopetrán, Antioquia, 1937-Bogotá, 2015) y sus palabras son citadas con frecuencia en los debates de actualidad. Bien sea para reivindicar sus liberales sentencias de la Corte Constitucional, su ideario que los sectores de izquierda reivindican o la necesidad de apelar a la palabra y al argumento antes que a la barbarie que amenaza en cada esquina. La periodista y escritora Ana Cristina Restrepo Jiménez (Medellín, 1970) construyó un retrato detallado de un hombre de espíritu libre y conciencia liberal, agnóstico irredento, lector voraz, melómano empedernido, dueño de una memoria prodigiosa y un humor cáustico. La obra incluye, además, un capítulo del abogado Santiago Pardo Rodríguez, en el que se analizan los ocho años durante los cuales Gaviria fue magistrado de la Corte Constitucional. EL TIEMPO habló con ella. En la distancia, ¿quién era Carlos Gaviria? Carlos Emilio Gaviria Díaz es, lo digo en presente porque sus sentencias, conferencias y escritos están vivos, un hombre que nació en Sopetrán, Antioquia, fue criado por su abuela Ana Holguín, una liberal a toda prueba, y su madre, Maruja Díaz, una maestra rural. Agnóstico, hijo, padre, esposo, abuelo, abogado, profesor, magistrado, político y filósofo por vocación. Tenía el don de la palabra... Sí. Un conferencista y maestro extraordinario. Por eso, su legado es básicamente oral. ¿Por qué usted cree que él es tan importante? Es un hombre libre que defendió las libertades ciudadanas en una sociedad profundamente conservadora e hipócrita. Su legado consiste en haber abierto todas las puertas posibles a las libertades individuales: eutanasia, dosis mínima, aborto (salvamento de voto), entre otras. Ante todo, un hombre sensible que quiso humanizar las leyes. Ya mayor, lo tentó la política. ¿Cómo definía él esta actividad tan distinta a la intelectual? Como el arte de la simulación: "Es una actividad tan irracional que tú te das cuenta de que los hábitos mentales y emocionales que cultivas en la academia, el pensamiento coherente, responsable, ilustrado, bien respaldado, en la política son una desventaja". Y sea dicho de paso que le molestaba disfrazarse, cuando lo hizo por ejemplo para la revista SoHo (caracterizó a Papá Noel y fue uno de los doce apóstoles en la Última Cena) fue más por burlarse de sí mismo o para hacer un énfasis de carácter político en alguna...

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