‘Denunciar es como una lápida, es morir’: obispo de Buenaventura - 3 de Abril de 2021 - El Tiempo - Noticias - VLEX 863327071

‘Denunciar es como una lápida, es morir’: obispo de Buenaventura

MARIA ISABEL MORENO MUÑOZ - ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPOA San Francisco de Asís, el patrono universal de la ecología, solo le faltó una mochila para que lo llamaran el ‘cura mochilero’, como nombran al obispo de Buenaventura. Dicen que monseñor Rubén Darío Jaramillo conoce cada uno de los ríos del municipio, porque para él, el agua es vitalidad. Aunque en esta ciudad, habitada por más de 400.000 personas, el agua potable apenas llega cada 2 días durante 6 horas. El año pasado, monseñor Jaramillo recibió la primera amenaza de muerte. Una persona se acercó a un padre a decirle que unos hombres estaban ofreciendo una gran suma de dinero por asesinar al obispo de Buenaventura. Además, unas publicaciones en redes sociales hablaban de ponerle una bomba al obispo. "Estaba hablando mucho e incomodaba lo que estaba diciendo", como él mismo lo describe. Buenaventura es un municipio ubicado en el Pacífico colombiano, una región afectada por la violencia que generan grupos armados ilegales que se disputan el control y las rutas del narcotráfico. En medio de esa disputa, las comunidades han llevado la peor parte con desplazamiento forzado, reclutamiento de menores, asesinatos selectivos y ‘casas de pique’. Nacido en Santa Rosa de Cabal, Risaralda, Rubén Darío Jaramillo es el tercero de cuatro hermanos. Cursó estudios filosóficos y teológicos en el Seminario Mayor María Inmaculada de Pereira y en 1992 fue ordenado sacerdote. Ha ocupado numerosos cargos pastorales desde entonces, hasta ser nombrado por el papa Francisco como obispo de Buenaventura en el 2017. Creció en una familia conservadora. Su madre, quien fue presidenta de la Legión de María -un grupo de la Iglesia que tiene como modelo a la Virgen María-, lo educó en el camino neocatecumenal, un movimiento eclesial con una fuerte espiritualidad en la palabra. La Diócesis de Buenaventura ha sido un lugar de denuncia para los sacerdotes que se han atrevido a escudriñar en la guerra que vive la región. Desde los años 50, monseñor Gerardo Valencia Cano fue conocido en su época como el ‘obispo rojo’, por inclinarse en defensa de los pobres y de la comunidad afrodescendiente de Buenaventura y del Pacífico colombiano. O monseñor Héctor Epalza Quintero, antecesor del actual obispo y quien fue un reconocido líder del Comité del Paro Cívico en Buenaventura del 2017. Siguen ‘picando’ gente Monseñor Rubén Jaramillo no titubea al decir que en Buenaventura aún siguen "picando" a la gente, ya no en...

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