Medio siglo de ‘Mediterráneo’ - 13 de Junio de 2021 - El Tiempo - Noticias - VLEX 868905187

Medio siglo de ‘Mediterráneo’

Joan Manuel Serrat, soñador de pelo largo, tal como se autorretrataba en su canción Señora, entra en un estudio de Milán para grabar un disco que va a llamarse Mediterráneo. El cantautor no ha entrado aún en la treintena. Lleva más de un lustro de éxitos resonantes, de giras, grabaciones con Edigsa y Zafiro y affaires como el eurovisivo. Ya reza como cantautor bilingüe, capaz de firmar discos magistrales en dos lenguas distintas, tal como sucede en los albores de 1970 con Serrat 4 y con el que se conoce como Disco Blanco, donde se cruzan prodigios como Mi niñez o Fiesta. Cuando Serrat entra en el estudio milanés para grabar Mediterráneo no parece haber conciencia de perennidad, porque el estudio no permitía grandes alardes que pudieran plantear futuras ediciones especiales del disco con tomas alternativas. Había que grabar lo más rápido posible y dejar el estudio libre para el siguiente grupo o solista que lo requiriera. Serrat trae diez canciones nuevas, terminadas de alumbrar en la Costa Brava, en su retiro de Calella de Palafrugell, entre las idas y venidas del mar Mediterráneo. Toda la filosofía serratiana va a estar concentrada en ese disco en el que va a ser su particular Blonde on blonde y como tal un disco infinito, inagotable, tan melancólico como hedonista, que cruza a Josep Pla con León Felipe. Mediterráneo terminará siendo el santo y seña, el libro de estilo de más de una generación, esa obra perfecta de la cultura española que hay que escuchar como se contemplan Las meninas de Velázquez o se disfruta El amor brujo de Falla. Absténganse negacionistas o revisionistas que dirán que Mediterráneo no es para tanto o que es disco sobrevalorado, esa etiqueta que cualquier pseudomoderno puede ponerle a Casablanca o a Cien años de soledad según con qué pie se levante por la mañana. Serrat graba en Milán aquello de "Quizá porque mi niñez sigue jugando en tu playa…". Y en esa evocación destellante del verso inaugural de la canción Mediterráneo, en el imponente arreglo calderoniano -de Juan Carlos Calderón- parece bullir el espíritu de toda una época. El mar como principio y final, impreso en el destino del marinero cantor que parece un poeta viejo y sabio en el modo de mascar las palabras y los acentos. Hasta en el modo de glosar el amor perdido en Lucía, un amor real, tan fugaz como eterno. "No hay nada más bello / que lo que nunca he tenido / nada más amado / que lo que perdí". El libro amoroso de Serrat, carnal y verdadero, en una de...

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