9 años del asesinato de los diputados del Valle - 18 de Junio de 2016 - El Tiempo - Noticias - VLEX 642932965

9 años del asesinato de los diputados del Valle

Reflexión

Ángela María Giraldo Cadavid Especial para EL TIEMPO Hoy, hace 9 años, mi hermano Francisco Javier fue cobardemente asesinado por las Farc. Aún recuerdo, como si fuera ayer, las dos últimas veces que escuché su voz. Fueron el jueves 11 de abril del 2002. Eran las 10:30 a. m. La llamada de Francisco –o Pacho, como todos le decíamos– fue veloz. Me dijo simplemente que no me preocupara por él, que estaba bien. No entendí de qué estaba hablando. Se adelantó, entonces, a decirme: “¿Ángela, no has escuchado las noticias? Colocaron unas bombas en la Asamblea del Valle del Cauca, a mí me están evacuando en una buseta con los demás diputados y vamos para la Tercera Brigada, escoltados por militares”. “Gracias por avisarme”, alcancé a responder antes de que se cayera la llamada. Quedé tranquila. Media hora más tarde constaté que Pacho había sido secuestrado por las Farc. Al finalizar la tarde de ese jueves, la radio informó sobre la liberación de los asistentes y secretarias de los diputados; comunicó también que mi hermano había enviado una nota con alguno de ellos. Cuando me encontraba en la casa con quien traía supuestamente el mensaje, recibí la segunda y última llamada de Francisco. Nuevamente me tomó por sorpresa. Hablamos unos pocos segundos. Me pidió que conservara la calma y me dio algunas orientaciones de lo que debía hacer. No entendía cómo podía estar llamando. Tampoco pude imaginar que esa sería la última vez que lo escucharía. Solo Dios sabe cuántas puertas toqué, lo lejos que fui en mi obsesión por recuperar sano y salvo a mi hermanito adorado. ‘¿En qué fallé?’, me pregunto a diario, con la sensación de que si Pacho hubiera estado en mi lugar lo habría logrado. El 28 de junio del 2007, fecha en que el Comando Conjunto Occidente de las Farc notifica el asesinato de los diputados, a través de un comunicado en el que pretendieron evadir su responsabilidad frente a este magnicidio, me encontraba en Bruselas, en una sesión del Parlamento Europeo con monseñor Luis Augusto Castro, entre otras personas, buscando el apoyo de los parlamentarios al presidente (Álvaro) Uribe, para que tomara la decisión de suscribir un acuerdo humanitario que permitiera la liberación de todos los secuestrados canjeables de las Farc. Eran las 8 a. m. en Bélgica, cuando escuché la voz de mi mamá; no entendía por qué me llamaba a esa hora, pues en Colombia debía ser medianoche. Mi grito, al escuchar la noticia, inundó el espacio, y mi mamá, ante mi...

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