Acabar con las agencias de 'rating' - 9 de Noviembre de 2011 - El Tiempo - Noticias - VLEX 331187798

Acabar con las agencias de 'rating'

¿Se imaginan que en el mandato de un fondo de inversión de bolsa estuviera recogido que el fondo sólo podrá comprar acciones en las que Goldman Sachs tenga un buy como recomendación? ¿Que una aseguradora tuviera que construir su cartera de bolsa con idéntico requisito? O lo que es aún peor, ¿que el mismísimo Banco Central Europeo o la Reserva Federal asumieran su papel de prestamista de última instancia sólo mediante garantías correspondientes en acciones con un buy de Morgan Stanley?

Para los que hemos trabajado en el mundo de la renta variable, dichas ideas semejan locuras. Un gestor de bolsa comprará las acciones que estime adecuadas después de haberse informado sobre los fundamentales, pero en ningún caso podrá estatutariamente derivar su responsabilidad sobre un tercero porque este recomendaba una acción.

En el mundo de la renta fija, la triste realidad es muy diferente. Muchos reglamentos de fondos de pensiones y de inversión limitan el tipo de papel a adquirir basándose en el rating otorgado por una de las tres agencias de calificación. A veces, la pérdida de un rating provoca una venta masiva del bono en cuestión, ya que el gestor está forzado a venderlo aunque el precio no refleje su fundamental, y la ausencia de fondos habilitados a comprarlo en el escalón por debajo provoca valoraciones de derribo. En ocasiones dichas valoraciones espolean el debate entre reguladores, auditores y banqueros, ya que estos últimos estiman que no deben de realizar un mark to market en estas situaciones donde se da un desalineamiento del 'valor fundamental' (que ellos estiman subjetivamente) y el valor de mercado.

En otras ocasiones es el propio banco el que invierte una porción nada relevante de sus activos en papel avalado con un cierto rating por una de las tres agencias. Esta situación a veces alcanza niveles de surrealismo total, ya que hay bonos gubernamentales con rating que computaban con riesgo cero a efectos de capital regulatorio, es decir, que el banco puede acumular bonos gubernamentales ad infinitum sin exigir el regulador capital a cambio, lo que generaba un perverso incentivo para que los bancos concentraran sus carteras en bonos de gobierno aumentando su apalancamiento, acentuando su riesgo sistémico (el cual descuidadamente ignoraba el regulador y ha seguido haciéndolo, como el recién 'aprobado' de Dexia en el enésimo test de stress) y estrangulando el préstamo al sector privado. La situación se hace aún más tragicómica al contemplar...

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