Un acto de fe - 27 de Septiembre de 2018 - El Tiempo - Noticias - VLEX 740270509

Un acto de fe

El martes amanecí un poco más rico. No solo yo; usted también, apreciado lector. Todos. Fue lo que pensé cuando escuché al recién posesionado director del Dane, Juan Daniel Oviedo, revelarle al país que el "reloj del Dane está descachado", refiriéndose a la proyección de la población nacional que hace la entidad con base en datos de 2005 y publicada en su sitio web. Ya no somos 50 millones, como se decía que seríamos para esta época, sino unos millones menos. Lo cual implica, por simple aritmética, que el producto interno bruto (PIB) per cápita, es decir, la porción de la producción nacional que le ‘corresponde’ a cada colombiano, es un poco más de lo que pensábamos. Éramos más ricos sin saberlo. Bueno, suponiendo que los datos que tenemos del PIB sean correctos. Porque, hace unos días, el mismo Oviedo advirtió que los datos del PIB departamental de 2017 contienen inconsistencias y fueron publicados "irresponsablemente" por la administración pasada. El funcionario hizo énfasis en que los errores no afectaron la cifra del PIB nacional, pero comienzan a ser inquietantes tantos "descaches" de la entidad que debería simbolizar, más que ninguna otra, precisión y confiabilidad. Yo estaba tan seguro de que éramos 50 millones que hace rato venía usando ese número para sacar cuentas. Y en conversaciones. Algún amigo extranjero me preguntaba: -¿Tu país cuántos habitantes tiene?". -Cincuenta millones -le respondía yo, poniendo cara de Wikipedia. Y ya vemos que no. Que, una vez corregidas las proyecciones -sin actualizar desde hace 13 años- y concluido el censo actual, seremos 48 o quizá 49 millones: el colombianísimo centavo que siempre falta para el peso. Me ha llamado la atención que esta fría estadística haya provocado en algunos una reacción emocional de enfado o desilusión, como si llegar a los 50 millones hubiera sido un propósito nacional en el que hemos fracasado. Creo, más bien, que saber que hemos estado equivocados todos estos años acerca de nuestro verdadero tamaño nos produce una suerte de angustia existencial. Quien haya sufrido una traición -de una pareja, un familiar, un socio, un amigo- sabe...

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