Más allá de la paz: novelas criminales perturbadoras del siglo XXI
| Autor | Sabine Schlickers |
| Páginas | 347-363 |
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MÁS ALLÁ DE LA PAZ: NOVELAS CRIMINALES
PERTURBADORAS DEL SIGLO XXI
Sabine Schlickers
Gustavo Forero Quintero basa sus investigaciones de la novela latinoame-
ricana de crímenes en el concepto sociológico de la anomia, refiriéndose a
la “clásica tensión planteada entre libertad individual y orden social” que
remonta a la antigüedad, y, en un sentido más moderno, a las interacciones
significativas entre ambos campos, que “rompe[n] la clásica relación de
causa/efecto entre el crimen y la sanción” y superan “la condición heroi-
ca de un detective que encarna la ratio para proponer perspectivas más
complejas, esto es, sistémicas, de lo que es el comportamiento humano
en sociedad” (2017, 86s.). En su lectura política, Forero (2012) apunta
distintas representaciones de la anomia social, por ejemplo la impunidad
en La Virgen de los sicarios (1994) de Fernando Vallejo o la confesión de
un hombre que ha asesinado a su esposa y la complicidad del lector en
Memorias de un hombre feliz (2000) de Darío Jaramillo.
Forero propone sustituir la noción de novela negra por la de novela
de crímenes para referirse a los representantes latinoamericanos, desta-
cando la diferencia con la clásica novela hard-boiled. En el presente tra-
bajo adopto esta noción más extensa, o el sinónimo de novela criminal,
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Sabine Schlickers
porque me permite incluir novelas que tratan de crímenes sin recurrir a
un detective y en las que tampoco triunfa el Estado.
Como variante de la novela de detectives podría mencionarse Lady
Masacre (2013), novela negra de Mario Mendoza en la que el detective
es un experiodista bipolar y alcohólico cuyas crisis adquieren paulatina-
mente tanta importancia que llegan hasta superar la detección del cri-
men. Este se resuelve así: el rico político involucrado en negocios sucios
con los paramilitares había muerto a manos de su novia transexual por
razones sentimentales.
Según el escritor boliviano Juan de Recacoechea, “la novela negra
es la mejor manera de retratar a la sociedad. Da una extraordinaria li-
bertad para hablar de política, de crimen, de sexo, de una serie de cosas
que de otra manera no se puede, por ejemplo, en una novela de amor o
histórica” (Página siete, 28 ene. 2017).
Yo supongo, por el contrario, que la representación de la sociedad,
de la injusticia, de la impunidad, etcétera, no depende ni del género ne-
gro ni del policial, como lo demuestran narrativas de crímenes de toda
índole, como se puede ver a continuación. Además, Jorge Luis Borges
(1978) había ensayado ya en los años setenta del siglo xx en una de sus
conferencias la falta de realismo en la novela policial clásica: “Poe no
quería que el género policial fuera un género realista, quería que fuera
un género intelectual, un género fantástico […] de la inteligencia, no de
la imaginación solamente” (80).
Hoy en día existen otros modos de la novela de crímenes que se apar-
tan del realismo simplista y producen efectos desconcertantes. Pöppel
(2004) señala dos formas de hibridación: la novela criminal se combina con
otros géneros, como por ejemplo con la novela histórica o el testimonio, o
bien recurre a procedimientos narrativos más sofisticados, como recursos
intertextuales o metaficcionales. Aquí arranca la hipótesis que quisiera
presentar en esta contribución: la narración perturbadora hibridiza el
género de la novela criminal y contribuye con ello a su desarrollo. Para
comprobar esta hipótesis, me fijaré en los modos desviantes de novelas
hispanoamericanas criminales de este siglo que pueden distinguirse en
dos grupos: el primer grupo está formado por narraciones perturbadoras
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