Más allá de una sombría realidad
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Me gustaría pensar que el Palacio Federal Legislativo venezolano
y alguna de sus consecuencias jurídicas, las penas. Me gustaría
creer que no es un sitio únicamente para el debate político de la
inseguridad, la criminalidad y las incivilidades, sino –también– un
espacio para la tolerancia y el decoro institucional. Me gustaría
en cuerpos normativos que legitiman la violencia institucional y la
dominación, y en otros que condenan la violencia individual y social.
Me gustaría saber que el lenguaje parlamentario ha dado un giro
copernicano para no seguir oyendo insulsos clichés como: «hemos
El trabajo parlamentario no puede ser nunca una actividad
La presentación y discusión de leyes aisladas del contexto –tanto de
un conglomerado de gentes que va a someter a unas reglas como
del entorno político en que se desarrolla– han obliterado las buenas
intenciones de una construcción legislativa que permita contemplar
la hondura del asunto que sanciona. La agenda parlamentaria, por su
parte, tiene que redactarse sin estridencias. Con la resonancia de las
palabras que puedan reconocerse. Con ecos que aunque lejanos puedan
oírse. Para que de esta manera la actividad del día no sea siempre
igual a la de todos los días: el empeño constante de aprobar leyes que
constituyan en sí mismas las soluciones a los asuntos que son su objeto.
Creo que la tribuna parlamentaria, no como parodia sino como
sitio de debate democrático, podría ser uno de los lugares donde la
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