El América de Cali es como un mal de amor - 23 de Enero de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 553906774

El América de Cali es como un mal de amor

Alejandra López González* Especial para EL TIEMPO La horrible noche de noviembre del 2013 en que el América de Cali se quedó un año más en la B, juré nunca jamás volver a sufrir por ese equipo. Cerré las cortinas y apagué la luz, como diría Charly García. Estaba sola, en una noche bogotana tan triste que ni siquiera era capaz de llorar. Recordé a Cerati y a su adorado Racing; en una entrevista en televisión, había dicho: “Mucha decepción durante mucho tiempo, a lo mejor la recupero ahora”. Claro, Cerati hablaba de la fe, esa fe de los buenos hinchas que, a la larga, jamás se pierde. Pero esa noche yo no estaba para tener fe. Prometí no volver a sentirme así. Hasta que llegó el domingo 26 de enero del 2014 y el balón, en el Pascual Guerrero, de Cali, volvió a rodar. Hoy, finales de enero del 2015, y con la última posibilidad que le quedaba al equipo de ascender, la frustración vuelve a hacer de las suyas. Y el sentimiento vuelve igual. Pero esta vez sin el juramento. ¿Para qué jurar su Santo Nombre en vano si ya sé que sufro y voy a seguir sufriendo por este equipo? El América es como un mal amor. De tantas decepciones, uno termina siendo indiferente. Como diría un gran amigo caleño: “Lo peor que le puede pasar a uno en el amor no es el odio, sino la indiferencia”. Mis papás me llevaron por primera vez al estadio olímpico Pascual Guerrero cuando yo aún no tenía uso de razón. Me sentaban en un asientico de bebé, debajo de las sillas de ellos. Siendo ya una niña, a los 6 o 7 años, el recuerdo que tengo es el de mi papá, un tipo flaquísimo, vestido con un bluyín gastado y la camiseta del América, haciendo la fila conmigo para entrar al estadio. En esa época íbamos a oriental. Y yo alucinaba con las tribunas repletas de banderas rojas. Los clásicos contra el Deportivo Cali eran lo mejor. Siempre han sido lo mejor. Y la pólvora. Esa explosión que teñía la noche caleña de rojo cuando quedábamos campeones y la ciudad se paralizaba. Mi papá me habló de la historia. Cuando el equipo se fundó, en los años 20, entró a competirle al Deportivo Cali, el equipo de las élites, que existía desde 1912. Al comenzar el campeonato profesional, ya en 1948, ambos equipos estaban. Pero el Cali siempre iba en la punta y el América, en la cola. Luego vino la gloria del Deportivo Cali, en los sesenta. Y después, la desgracia del 74, cuando nos enfrentamos por el título y otra vez se lo llevó el Cali. “Siempre perdíamos”, me contaba mi papá. “Y solo en el 79 rompimos...

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