Arhuaca siempre - 25 de Noviembre de 2016 - El Tiempo - Noticias - VLEX 653998389

Arhuaca siempre

El 28 de noviembre de 1990, cuando en un tramo de la vía Valledupar-Bogotá fueron torturados y asesinados Napoleón Torres, Hugues Chaparro y Ángel María Torres, representantes de la comunidad arhuaca en la Asamblea Nacional Constituyente, la ya líder Leonor Zalabata, de 36 años, no lo pensó dos veces para encabezar una airada protesta en contra de las autoridades militares que no respondían por el crimen. El asesinato sigue sin castigo y ella no ha dejado de alzar su voz cada vez que puede. Tal vez por su vehemente reclamo, el también asesinado abogado Eduardo Umaña Mendoza, contratado por la comunidad para esclarecer los hechos, no dudó en proponer a Leonor como representante de su pueblo en el viaje, dos años después, a Ginebra, a la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, para relatar el aleve crimen. Por estos días, en los que se cumplen 36 años de este triple asesinato que conmovió por unas horas a algunas personas que veían con horror cómo sectores del paramilitarismo se tomaban regiones enteras, entre ellas la Sierra Nevada de Santa Marta, Leonor Zalabata vino a Bogotá como delegada al Encuentro Internacional de Pueblos Indígenas sobre la Biodiversidad, y volvió a contar con dolor profundo los pormenores de un crimen que marcó a su pueblo y no se olvida. Homenajes periódicos y solidaridad permanente con huérfanos, viudas y la gran familia, unos 20.000 arhuacos, no borran la memoria ni el legado de estos tres hombres que dedicaron su vida a trabajar por los derechos de su comunidad. Ellos son, cómo no, otras víctimas de la guerra que parece pronto terminará. La vida de Leonor Zalabata no se ha limitado a luchar por los derechos humanos. Ha representado a su pueblo, desde muy joven hasta hoy, en distintos escenarios y en temas diversos. No es la primera mujer y seguro no será la última en llevar la vocería de un pueblo que se conoce en todo el país por los cómodos y variados vestidos blancos que llevan con orgullo hombres y mujeres, por sus vistosas y populares mochilas de hilo y lana, y por sus chaquiras coloridas, en las que no puede faltar la de color negro como símbolo de protección. Joven sobresaliente “Me enredé con mi gente desde muy temprano, por mi familia”, dice con orgullo Leonor. “Tenemos la costumbre de visitar a la parentela, y como la mía vivía en diferentes regiones porque mi mamá era de arriba, de la Sierra Nevada, y mi papá venía de Pueblo Bello, donde se estableció un grupo de los arhuacos despojados por la...

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