El arte de la soledad, - 11 de Julio de 2021 - El Tiempo - Noticias - VLEX 870795510

El arte de la soledad,

Cuando cumplió 18 años, Stephen Batchelor dejó su casa y se lanzó a viajar por Asia y Europa. No tenía un objetivo específico. Quería explorar el mundo. Al final llegó a Dharamsala, en India, la ciudad donde se refugió el Dalai Lama. Ahí se detuvo: le interesó conocer las tradiciones budistas. Desde la infancia Batchelor se había hecho preguntas que no solían tener respuestas. Preguntas relacionadas con el funcionamiento de la mente, la subjetividad, la vida interior. Se sorprendía que esos temas no se trataran en la escuela ni le interesaran a nadie a su alrededor. "Solo cuando conocí a monjes budistas encontré por fin a personas que se sentían a gusto en ese ámbito y hablaban de ello abiertamente, sin azoramientos ni reservas", dice Batchelor. A los 21 años se hizo monje budista. Se adentró en el Himalaya, "inspirado en los relatos de ermitaños indios y tibetanos", en busca de aprender de su soledad. Siguió las reglas del monasterio y diez años después, cuando sintió que esa no era su vocación, abandonó la vida monástica. Pero no abandonó su interés por la exploración interior. Siguió formándose y terminó por dedicarse a promover lo que él llama un budismo laico, "despojado de mitos y creencias". Hoy vive en Francia, en un pueblo cerca de Burdeos, y dirige un centro de meditación en el que también es profesor. Ha escrito libros fundamentales en esa materia, como Budismo sin creencias, Solo con los demás o Confesiones de un ateo budista. Y acaba de publicar Elogio de la soledad (The Art of Solitude, título en inglés), en el que, sin enmarcarse en lo religioso, habla de la importancia de cultivar la soledad en un mundo tan excesivamente conectado como el actual. Elogio de la soledad se publica en plena pandemia, cuando las personas se han visto obligadas a cambiar sus hábitos sociales. ¿Qué debería enseñarnos este período a los seres humanos? La pandemia ha obligado a la gente a detenerse y pensar. De repente, muchas de nuestras actividades habituales se han interrumpido y nos hemos visto exigidos a pasar mucho tiempo solos o con un número reducido de familiares y amigos. A muchos de nosotros esto nos ha hecho conscientes de cuánto dependemos de las interacciones constantes con los demás, como una forma de evitar el tener que enfrentarse a las preguntas más profundas sobre nuestras vidas. A pesar de las dificultades, angustias y presiones del encierro, este período ha permitido más tiempo para reflexionar sobre lo que significa un ser humano. Nos ha llevado a reflexionar respecto a nuestra propia mortalidad y lo vacilantes e inciertas que son nuestras vidas. Como yo, muchos habrán perdido amigos o conocidos por el covid. La pandemia ha sido una lección extendida sobre la imprevisibilidad y la tragedia de la existencia humana. Espero que, como resultado, hayamos aprendido a no dar por sentadas la salud y la vida, sino a apreciar la simple alegría de estar conscientes y vivos en esta tierra. Con suerte, esta experiencia nos habrá hecho más reflexivos y solidarios. ¿Por qué es importante pensar en la soledad en este momento? Vivimos en sociedades que nos bombardean con información y estimulación casi incesantemente, dejándonos muy poco tiempo para estar verdaderamente solos con nosotros mismos. Como efecto, la vida moderna es a menudo superficial, una carrera frenética que va de una distracción a otra. No estoy sugiriendo que debamos abandonar todo contacto con los demás, apagar nuestros teléfonos y computadoras y retirarnos a un monasterio. La soledad por sí sola no resolverá nuestros problemas. Sin embargo, la mayoría de las tradiciones religiosas la valoran como una fuente de sabiduría, verdad y comprensión. Buda, Cristo y Mahoma pasaron períodos en soledad antes de embarcarse en la enseñanza. Para ser completamente humano, en mi opinión, se requiere un equilibrio saludable entre el tiempo que se pasa con los demás y el que se pasa a solas con uno mismo. Necesitamos valorar la soledad como un recurso, no como una amenaza. Es una oportunidad para entendernos mejor, estar más cómodos y a gusto en nuestra propia piel...

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