Así­ fue el pacto de muerte entre los curas Reátiga y Pí­ffano - 19 de Febrero de 2012 - El Tiempo - Noticias - VLEX 361147438

Así­ fue el pacto de muerte entre los curas Reátiga y Pí­ffano

Durante casi 15 minutos, los sacerdotes Rafael Reátiga y Richard Píffano llevaron la muerte a sus espaldas. Los curas, que según la Fiscalía pagaron 15 millones de pesos para ser asesinados, recogieron a sus verdugos en un Chevrolet Aveo negro y se dirigieron hacia el lugar en el que sellarían su pacto de muerte. (La vida secreta del padre Rafael Reátiga)

Sobre las 7 de la noche del 26 de enero del 2011, los sacerdotes se reunieron con los sicarios en la avenida Ciudad de Cali con avenida Villavicencio, en el suroccidente de Bogotá, y se desplazaron con ellos hasta un paraje oscuro y solitario de Kennedy, donde se produjo el crimen.

Con sofisticados seguimientos a la actividad de sus celulares, los investigadores lograron establecer que los religiosos y los asesinos estuvieron en el mismo sitio a la misma hora.

Muertes rápidas, sin dolor y simultáneas. Esa habría sido la instrucción que Reátiga y Píffano les dieron a sus victimarios, contratados un día antes para que cumplieran su última voluntad. De acuerdo con la tesis de los detectives, los sacerdotes entregaron sus celulares, billeteras y otros objetos personales a los dos sicarios, y minutos después recibieron impactos de bala en la cabeza.

Los forenses dicen que la trayectoria de los proyectiles evidencia que los cinco disparos que ocasionaron las muertes se hicieron a corta distancia, desde las sillas posteriores del carro del padre Rafael.

Ese fue el trágico desenlace del pacto mortal que EL TIEMPO reveló el martes y que estremeció al país. El crimen, que en un comienzo parecía un atraco a dos queridos líderes católicos del sur de la capital, era en realidad el resultado de un plan fraguado por ellos mismos.

El vehículo, en el que los párrocos -según la Fiscalía- habrían intentado lanzarse una semana antes a un abismo de la vía Bucaramanga-San Gil, quedó prendido y con las luces encendidas. Al parecer, las víctimas apenas tuvieron tiempo de hacer una oración antes de que dos de las cuatro personas que habrían participado en el crimen dispararan sus armas.

Uno sostenía en sus manos una camándula y el otro, la estampita de un santo, halladas en el levantamiento de los cadáveres. Junto al timón había un rosario. Un carné de Reátiga, refundido en la guantera, dio pistas sobre sus identidades.

Los sicarios, Gildardo Peñate, alias 'Gavilán', y otro hombre que no ha sido capturado, escaparon en un vehículo, presuntamente conducido por una mujer. El otro pistolero huyó en una motocicleta...

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