Así rescató su quebrada San Vicente de Chucurí - 4 de Julio de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 576728374

Así rescató su quebrada San Vicente de Chucurí

Lizeth Salamanca Galvis Redactora HUELLA SOCIAL A unos 4 kilómetros de su finca, por un camino que conduce a lo alto de la vereda Cantagallos, zona rural del municipio de San Vicente de Chucurí, en Santander, Florentino Saavedra se recuesta sobre una de las grandes piedras de la quebrada Las Cruces. Junta sus manos, toma un puñado de agua, la bebe. Es así como se refresca en los 28 grados de temperatura bajo un implacable sol de mediodía. “Hace cinco, seis años –asegura– no habría hecho lo mismo. No sin el riesgo seguro de enfermar”. Ni el agua cristalina que hoy desciende a borbollones, ni los bosques que rodean la cañada, ni el trino sinfónico de las aves camufladas entre el follaje verde de las montañas eran parte del escenario en ese entonces. Cinco años atrás, los cultivos de los campesinos llegaban hasta la orilla con sus arrastres de sedimentos y agroquímicos, y el ganado –incluso las mansas vacas de Florentino– pastaba, bebía y dejaba allí sus heces. Era un arroyo de aguas turbias, cuyo caudal desaparecía en verano. Las Cruces para esa época agonizaba. Era un arroyo que cargaba con su propia cruz. Abajo, en el casco urbano, los chucureños sufrían las consecuencias. La microcuenca, que había soportado los embates de más de medio siglo de explotación ganadera y agrícola en la llamada ‘despensa agrícola de Santander’ o ‘tierra de los frutos valiosos’, era la misma que abastecía –y abastece aún hoy– el acueducto para 14.000 habitantes. Entre el 2009 y el 2010, el pueblo estuvo sometido a 12 horas diarias de racionamientos de agua porque el caudal bajaba tanto en el verano que a la planta de tratamiento municipal no le llegaba el recurso hídrico suficiente, o su nivel de contaminación sobrepasaba la capacidad de operación y tenían que cerrarla. Pero lo peor ocurrió el 18 de mayo del 2011, cuando una avalancha generada por la creciente de la quebrada provocó la muerte de 13 personas, destruyó 60 viviendas y arrasó con todo a su paso. La evaluación de las causas de la catástrofe fue contundente: pérdida de bosques por tala intensiva, degradación de suelos, uso intensivo de agroquímicos... una combinación fatal que terminó aniquilando la capacidad de la quebrada de hacer su propia regulación hídrica. “Todo esto quedó convertido en un lodazal”, señala Florentino. Corpulento, de manos grandes, piel curtida y con un poncho que siempre lleva al hombro, fue uno de los primeros campesinos de la zona que hace tres años se le midieron a la tarea de...

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