Avistar a los osos de anteojos, un privilegio cada vez menos raro - 9 de Mayo de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 569172310

Avistar a los osos de anteojos, un privilegio cada vez menos raro

Javier Silva Herrera Redactor EL TIEMPO Ver un oso de anteojos, caminando por un páramo o en un bosque, siempre había sido imposible. Recuerdo a Robert Márquez, un científico de la organización Wild Life Conservation Society (WCS), quien contaba hace unos años que, después de más de una década estudiando a este mamífero, jamás se había encontrado uno en vida silvestre. Y, pensándolo bien, era lo mejor. Idealmente, los osos deben estar muy lejos de los humanos. Pero las cosas han cambiado. Sin que aún se tenga mucha certeza sobre la razón, en los últimos días algunos guardabosques y biólogos que trabajan en conservación de ecosistemas han tenido encuentros cada vez más frecuentes con algunos ejemplares, principalmente en los parques Chingaza, Tatamá y Cocuy. Habría una primera razón, que no es muy cautivadora. En general, los osos no se conectan con la civilización por instinto o porque quieran atacar. Lo hacen como una reacción frente a la presión que los humanos han ejercido sobre ellos y su hábitat. Campesinos, comerciantes ilegales de madera o traficantes han invadido o talado zonas boscosas o por encima de los 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar (esto ocurre en casi todo el país), ecosistemas que corresponden a la casa del oso. Mientras tanto, ellos, atrapados en espacios cada vez más pequeños, no tienen otra opción que hacer largos recorridos y salir a buscar comida; para esto aprovechan el tránsito por algunas zonas protegidas. Sin embargo, en medio de esos desplazamientos, y como los corredores de conservación son limitados, es normal que se encuentren gallineros, vacas o cultivos de maíz. Se ha formado, entonces, una pugna con los habitantes de las zonas rurales, que termina muchas veces en jornadas de cacería y en la muerte de ejemplares por retaliación, porque muchos labriegos cazan osos o producen incendios forestales para ahuyentarlos, únicamente como venganza por haber causado daños en sus terrenos. “Los osos viven en amplios territorios, y casualmente en la región andina, que es, a su vez, una de las más pobladas del continente. Quedan, entonces, pequeños remanentes de bosques dentro de agroecosistemas donde hay cultivos de papa y ganadería de alta montaña, que han dejado a las poblaciones del oso aisladas, en parches de bosque”, dice Andrés Diavanera, director del programa de Vida Silvestre, de la oficina de Parques Nacionales Naturales. “A veces los ganaderos dejan pastoreando su ganado durante días en zonas...

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