Ban Ki-moon, hijo de la guerra y hombre de paz - 26 de Abril de 2022 - El Tiempo - Noticias - VLEX 902342685

Ban Ki-moon, hijo de la guerra y hombre de paz

JUAN CAMILO GONZÁLEZ GALVIS* - PARA EL TIEMPOLa dramática escena tuvo lugar al borde de una carretera. La familia caminaba desde Cheongju, una pequeña ciudad cerca de la montaña Namsan, en la mitad de Corea del Sur. Como los otros, huían de la devastación de la guerra. Eran parte del éxodo. Como los otros, cargaban en sus espaldas las pocas cosas de una vida que se perdía en la niebla. Era el año 1951, enero, marchaban bajo el invierno. Los comunistas del norte habían transgredido el paralelo 38 y avanzaban reforzados por medio millón de soldados chinos. La mujer, como algunas otras del éxodo, daría a luz en medio del enfrentamiento; con los brazos rodeaba su abultada panza y caminaba con más valentía que fuerzas. El padre, que ya empezaba a perder el color de los vivos, reconoció, tras seis meses de penuria, que la situación era insostenible y que debían partir. El hombre se había empleado en una empresa agraria de Cheongju, pero las noticias que llegaban del norte hablaban de una brutal ofensiva contra los aliados, de la ocupación irremediable de los soldados comunistas, y eran pocos los dispuestos a quedarse para comprobarlo. Así desaparecieron los empleos, la comida y los vecinos. Cuando el tormento y el hambre se hicieron cotidianos, el padre empacó los últimos víveres, ropa y algunas cosas que la madre podría necesitar después del parto. Aunque procuró no transmitir angustia a sus dos hijos pequeños, las circunstancias no daban tregua. Los niños ayudaron a cargar lo que pudieron y, en la realidad de la supervivencia, dejaron de comportarse como niños; el de seis años, el que llora con un llanto sordo, es Ban Ki-moon. Cuando las contracciones de la madre no les permitieron seguir, se apresuraron a pedir ayuda en la primera casa que encontraron sobre el camino. La casa estaba habitada y los desconocidos se condolieron y les permitieron entrar, a la mujer la llevaron a uno de los cuartos. En sus memorias, Ban Ki-moon narra los escalofriantes gritos de su madre pariendo, la palidez del padre, la extrema vulnerabilidad de un tiempo en que parir era una forma de jugarse la vida y lo único que se podía hacer era prender incienso y orar. La madre, que viviría cien años (murió en 2019), consiguió ponerse en pie a los tres días y reanudar la marcha. Envolvieron a la inconsolable criatura en ropa limpia y continuaron hacia Jeungpyeong en busca de refugio en casa de los abuelos maternos, donde al menos estarían a salvo de los bombarderos en una...

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