Barataria Volver al futuro - 13 de Septiembre de 2012 - El Tiempo - Noticias - VLEX 397408014

Barataria Volver al futuro

Cuando yo era niño hace mucho tiempo -siempre es tarde, el nacimiento es también el inicio de la vejez-, el futuro no era para mí una idea temporal sino espacial. No era una época sino un lugar: un lugar que tenía un aspecto muy concreto, con naves espaciales y mucha 'tecnología digital', tableros, bombillos, cables, leds. Y ese paisaje era para mí como el que veía en las series de televisión gringas. Además con una fecha perentoria e inalcanzable, el año 2000.

Mejor dicho: a mí me decían "en el futuro", y no sé por qué pero me imaginaba en un mundo que tenía que ser así, como el que yo veía en La pequeña maravilla o en Alf: casas modernas, de cartón, con colores vivos y una tostadora; la tostadora era clave, el verdadero símbolo del progreso. Y carros plateados y computadores y la gente con el pelo brillante y parado. De hecho me parecía que en los Estados Unidos ya estaban en el futuro, que allá se lo habían inventado.

Yo vivía en Popayán y en mi casa había un televisor rojo, de plástico, con manijas que traqueaban cuando se cambiaba de canal y un sonido que me encanta repetir: tacatacatacataca. Un amigo me dijo una vez que si ponía un vaso de vidrio y un gancho de ropa (eran de alambre) detrás de la antena, seguro, pero seguro, llegaba la señal de otros países, incluso desde los Estados Unidos, desde el futuro.

Hice el experimento durante meses, convencido de que no estaba funcionando por mi culpa, por un error mío o con el gancho que aún no había descifrado. No era posible (cómo) que mi amigo me estuviera mintiendo, si además todos los días me contaba lo que veía en su casa, en esos canales que le llegaban desde muy lejos por arte de magia. Así me tuvo durante un año, refiriendo con gran detalle las más asombrosas noticias del futuro.

Luego me resigné a mi suerte y tuve que conformarme con los dos canales colombianos, el uno y el dos. Que además eran intermitentes y que funcionaban con horario de oficina, de siete a doce del día y de dos de la tarde a once de la noche, creo. La angustia tiene para mí...

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