Campesinos que dejaron la ganadería para volver a sembrar - 14 de Septiembre de 2016 - El Tiempo - Noticias - VLEX 649609809

Campesinos que dejaron la ganadería para volver a sembrar

Lizeth Salamanca Galvis Redacción Huella Social Ni porque le regalaran vacas ni porque le pagaran mejor por arrendar sus potreros, Manuel Florentino Ordóñez volvería a ser ganadero. Lo asegura con toda certeza. Cuatro años después de haber abandonado esa actividad, dice que nada lo haría “echarse pa’ atrás”. Mucho menos ahora, cuando los alisos, las acacias y otros árboles que sembró en su finca superan los ocho metros de altura y, en lugar de ver un peladero lleno de reses pastando, tiene el paisaje de un bosque al que retornaron las ardillas y las bandadas de aves. Su predio en un ejemplo de conservación. Enclavado en la vereda San José de la Hidráulica, en Sibundoy, Putumayo –en el piedemonte andino amazónico–, es uno de los 27 predios que en esa zona han iniciado un programa de reconversión de suelos y planificación predial liderado desde el 2009 por la Fundación WWF, en alianza con Corpoamazonia y con el apoyo de socios locales como el Comité de Ganaderos de Puerto Asís y la Diócesis Mocoa-Sibundoy. Se trata de una iniciativa que busca hacer que la ganadería, uno de los sistemas productivos más arraigados en esta región, sean más amigables con el medioambiente o reemplazados por otro tipo de actividades al tiempo que los campesinos liberan algunas zonas para dedicarlas a la recuperación de bosques y la protección de cuerpos de agua. Por eso, hace seis años, cuando aún tenía vacas, Manuel empezó plantando cercas vivas: sustituyó los palos muertos que sostenían el alambre con el que dividía sus potreros por árboles y, de la misma manera, aisló el cauce de la quebrada la Hidráulica, una microcuenca que abastece al municipio de Sibundoy, para que los animales no entraran a ella ni la contaminaran con sus pisoteadas y sus heces. “Ya después me di cuenta de que yo solo dependía de la ganadería cuando los precios de la leche y la carne están cada vez más bajos. Entonces me convencí de que debía dedicarme al agro; el problema era que las vacas acababan con todo”, cuenta. Por eso, en el 2012 decidió transformar su finca. Sacó el ganado y se dedicó a crear huertas y a sembrar más árboles. Incluso, de las dos hectáreas que tiene su finca, dejó una y media, es decir, el 75 por ciento del latifundio dedicado exclusivamente a la regeneración natural y la conservación. Hoy, a este hombre se lo ve metido entre sus plantaciones de guineo, aguacate, limón, curuba, guayaba y manzana, o entre sus matas de col, calabaza y guatila, cuyas cosechas empezará a...

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