Capítulo I: Historia del pueblo emberá - katío eyábida
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El territorio en el que ancestralmente han cohabitado los pueblos emberá eyá-
bida, cuna, y zenú es una región selvática y húmeda, caracterizada por tener
un clima cálido y lluvioso, una gran extencion de bosques nativos y un ecosistema
diverso. En este sentido, cuenta con una gran variedad de recursos hídricos, fores-
tales y faunísticos que son propios de este hábitat; además, posee una gran rique-
bajan desde las cadenas montañosas de las serranías del Baudó, Darién y Abibe.
En 1499 los europeos comenzaron a realizar las primeras exploraciones en la masa
continental americana durante las incursiones del navegante castellano Alonso de
Ojeda y su piloto el cántabro Juan de la Cosa; ambos, junto a su tripulación reco-
eyábida se conformó entre la segunda mitad del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII, des-
pués de un proceso de integración entre familias de la Nación embera y familias del pueblo carauta a
través de vínculos matrimoniales y comerciales, que se dieron después de que ambos grupos fueron
obligados a desplazarse de los territorios que han ocupado ancestralmente por los conquistadores
y los colonos españoles. La palabra embera en el dialecto catío quiere decir gente, por lo que los
emberá eyábida son la gente de la montaña.
3 Historiador, Universidad de Antioquia, Magister en Ciencias de la Administración.
4 Historiador, Universidad de Antioquia, Magíster en Historia de Europa y el Mundo Atlán-
tico, y Doctor en Estudios Internacionales, Universidad del País Vasco.
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rrieron una buena parte del litoral de Tierra Firme5. Años más tarde, entre 1501 y
1502, De la Cosa iniciaría el contacto con esta región, en la expedición dirigida por
el sevillano Rodrigo de Bastidas que partió desde el Cabo de la Vela, en la Guajira,
y culminó con la circunnavegación del golfo de Urabá6. Precisamente, en 1504, De
la Cosa conoció la existencia de los pueblos emberá, cuna y zenú, en un territorio
que llamaron “Darién”, y que tiempo después dio lugar a la circunscripción territo-
rial que tomó el mismo nombre.
En 1508 Juan de la Cosa fue nombrado por el capitán y gobernador del Urabá
Alonso de Ojeda como su alguacil mayor (AGI. Indiferente, 1961, l.1, f. 57r –
57v); sin embargo, al año siguiente, encontró la muerte en Turbaco –cerca de Car-
aborígenes de esta zona. Ante el avance de las exploraciones, Ojeda decidió fun-
dar a San Sebastián de Urabá, poblado que se convirtió en el primer asentamiento
ubicado en el oriente del golfo, en territorios pertenecientes a los “urabaés”: una
macro familia que tenía presencia y control territorial desde la desembocadura del
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ron como “caribes”.
San Sebastián de Urabá fue concebido por los europeos como una plataforma
desde donde explorar y colonizar la vasta frontera americana; no obstante, la
belicosidad e ímpetu guerrero de los indios de esta zona obligaron a capitular, en
junio del mismo
5 El recorrido comenzó en el golfo de Paria hasta terminar en la península Guajira divisando
en las actuales: Guyana, Venezuela, Trinidad, Tobago, Curazao, Aruba y parte de Colombia.
6 Francisco de Abrisqueta menciona algunos de los sitios más importantes por los que pasó
San Bernardo, Fuerte, Tortuguilla). Entran en la bahía de Cispatá. Llegan al Río Sinú y cruzan la
punta Caribana y arriban al golfo de Urabá o Darién del Norte. Siguen más al oeste, doblan la salien-
te del Cabo Tiburón, prosiguen hasta el Cabo San Blas, y todavía adelantan diez leguas más hacia
el occidente, terminando en el paralelo -norte, en el puerto de Escribanos, frente al paraje en donde,
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año, a los exploradores y colonos allí asentados.7 Se trasladaron al lado occidental
del golfo, donde el bachiller Martín Fernández de Enciso, en diciembre de 1510,
fundó un nuevo poblado al que llamó Santa María la Antigua del Darién.
Arciniegas (1984) indica que el nombre de la nueva fundación se debe a que Fer-
nández de Enciso estuvo a punto de naufragar cerca de aquella ciudad en el día de
la virgen de Santa María la Antigua de Sevilla (p. 77). Por el contrario, otros au-
tores como Joaquín Acosta opinan que el nombre se debe a los episodios causados
por la confrontación entre indígenas y europeos, cuando el cacique Cemaco, dis-
y se dispuso a atacar las huestes españolas. Los forasteros invocaron la protección
de Santa María la Antigua de Sevilla y cargaron contra los indios, venciéndolos
y haciéndolos huir hacia el interior de la selva. Según el general Acosta (1848):
provisión de maíz, yucas y granos de cacao. Al día siguiente salieron rio arriba y
con gran contento encontraron, en un cañaveral á orillas del rio, cuantos muebles y
alhajas los indios habían llevado á esconder y que consistian en vasos y utensilios
de barro y madera, ropa de algodón perteneciente á las mujeres que no acostumbra
De otro lado, según Fernández de Oviedo, los europeos encontraron en la nueva
fundación, a orillas del río Tanela, un sitio más seguro y mejor abastecido, al
casas de la ciudad, de muy buena agua e de muchos e buenos pescados” (citado
en Duque, 1971, p. 91). Lo cierto es que Santa María la Antigua se convirtió en
el primer asentamiento occidental que en la masa continental americana recibió
título de ciudad y fue el lugar donde se instaló el primer cabildo municipal, hos-
pital, fundación y sede episcopal (Iriarte, 1999, p. 164).
7 Tomando a Fray Pedro Simón se encuentra lo siguiente: “Y entrando en la ensenada de
Urabá… determinó hacer una población al oriente, en sitio limpio y bañado al viento por su altura,
como lo hizo con nombre de San Sebastián… Para mayor seguro de su población le hizo Ojeda un
palenque a la redonda de maderos gruesos, que no le fue de poca importancia, como veremos, contra
los briosos alientos de los urabaes, que llegan hasta allí desde la boca de la ensenada…” (Simón,
1981, pp. 38-39).
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