Capítulo III: Reflexiones sobre la odiosidad de la guerra y un proyecto de futuro para Iberoamérica y la familia humana
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EL ORIGEN DEL DERECHO INT ERNACIONALHUMANITARIO
CAPÍTULO III
REFLEXIONES SOBRE LA ODIOSIDAD DE LA GUERRA
Y UN PROYECTO DE FUTURO PARA IBEROAMÉRICA Y
LA FAMILIA HUMANA
La connotación de odiosidad636 de la guerra, h a de entenderse sobre el ‘milita-
rismo’ y el ‘belicismo’, expres iondes deformadas, abusivas o degener adas de lo
necesariamente militar, por el carácter odioso a la paz social y la convivencia armó-
nica entre los seres humanos en la comunidad política como consecuencia de las
perturbac iones, destrozos, di visiones y daños que gener an las intervencione s e
injerencias militares asociadas a los conflictos armados internos o internacionales
que ciertos Estados utilizan como herramienta política, en función de sus mezqui-
nos o pequeños intereses, remando a contracorr iente del bien común en la comuni-
dad interna cional, erosionando la autodeterminación de los pueblos, quebrantando
la soberanía e independencia de otras nacion ales, afectando gravemente la dignidad
humana y el derecho humano a la felicidad a tra vés de la efectiva realización de los
derechos fundamentales que brindan oportunidades para que la persona despliegue
sus capacidades y talentos y logre florecimiento humano al concretar su proyecto
de vida valioso.
La actividad militar, realiza da po r pro fesionales formados en guerrería, es
decir, en ciencias y arte de la guerra, como manifestación del ejercicio monopólico
y legítimo de la violencia en el Estado moderno y luego en el contemporáneo, está
justificada en la realización de a ctividades inherentes a la seguridad y defensa de la
Nación, su territorio o espacio geográfico y sus intereses estratégicos, ejercida por
las fuerzas armadas de los distintos Estados, baj o los parámetros del llamado Dere-
cho Operacional, acatando la regulación convencional, constitucional y legal sobre
la regulación de los conflictos ar mados y la debida protección de los DDHH. El
cumplimiento de tal responsa bilidad demanda la actuación de los profesionales
militares de los componentes castrenses, en el ámbito de sus competencias, confor-
me a la regulación constitucional y convenciona l aplicables respetando, garantizan-
do, protegiendo y asegur ando la vigencia de los DDHH de todas las personas,
sometiendo el uso de la fuerza a los canones de la legalidad, fomentando condicio-
nes de seguridad y estabilid ad in stitucional en función de la paz. Reconocer la
636 Odiosi dad: 1.f. Cualid addeo dioso. 2. f.Avers iónproc edente decausa determi nada.
Definición tomada del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Españ ola, consulta-
do em 23 de julio de 2020, visib le en: https://dle.rae.es/odiosidad
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JESÚS E. CALDERA YNFANTE
necesidad de la existencia y la profesionalización de l as fuerzas armadas no supone
incurrir en apolo gía del ‘militarismo’ porq ue este último implica una marcada,
fuerte y notoria preponderancia de la lógica militar -y de la fuerza armada- en el
pensamiento y la pragmática del poder político de un Estado en desmedro de la
natural eza civilista del g obierno y de la gestió n, también civil, de lo s a suntos
públicos de un país da do. El ‘militarismo’ tiene como característica el desa rrollo de
conductas militares abusivas de la fuerza que menoscaban, desconocen o transgreden
los derechos fundamentales de la persona humana, r iñendo con la legalidad y la
constitucion alidad. Lo militar, necesar io y jus tificado a los fines del Estado, no
puede confundirse entonces con la desnatutaliz ación abusiva del uso de la fuerza
que representa el militarismo. Menos aún implica deificar o diviniz ar la inclinación
pro clive a l fom ento y e l ejer cicio del be licis mo, en tendid o como volun tad
guerreadora (adjetivada coloquialmente como ac titud «guerrerista» ) orientad o al
ejercicio de la guerra como instrumento político que, por sus nocivos efectos, res ul-
ta odioso, inj ustificado, dañin o, autoritario y perver so a la pa z, la convivencia
armónica y la garantía, res peto, protección y asegur amiento del cuidado de la vida,
la dignidad human a y los derechos fundamentales de todas las personas humanas a
las que deben resguardar las fuerzas militares en el Estado democrático constitucio-
nal. Los militares, como personas profesionales a las que se les confía la guarda de
la integridad y la seguridad de la Nación mediante el uso de la fuerza armada, que
acatan la Consti tución y resgiardan la democra cia son necesarios, someti dos al
poder civil instituido, sin permitir que se deformen o desnaturalicen tales princi-
pios básicos en obsequio de la injerencia in vasiva y desproporcionada del militaris-
mo que lleva a las fuerzas armadas a copar todos los ámbitos de la planeación y
gestión de los asuntos públicos o las conducen al culto desmedido hacia el belicis-
mo redundand o en des medro de lo s cimientos de la convivencia política, la s liber-
tades, lo s derechos fundamentales y, peor aún, de las propias fuerzas militares.
Así las cosas, en el ‘militarismo’ desbordado y el reemplazo de la política por
la guerra -belicismo- afectan l o estrictamente militar atribuido como competencia
reglada por el Derecho a los profesionales de las fuerzas arma das en los Estados
donde estas operan. En ese escenario, las balas sustituyen las palabras. La inclina-
ción por la guerra, como política de Estado, menoscaba la paz, fractura la conviven-
cia pacífica, porqu e ‘h ablando’ los Estados a través de los cañon es s e es cala la
violenica, enmudecen las palabras, suplantando la política, sepultando la diploma-
cia y valor de la negociación y el acuerdo de voluntades como alternativa válida al
mero y simple ejer cicio de la fuerza. Con el ‘militarismo’ y s u expresión mayor-
mente deformada, el ‘belicismo’, la guerra se aparta de unos umbrales mínimos de
humanidad y sigue el ineluctable camin o de la muerte de combabientes y no com-
batientes y, peor aún, de población civil sin dejar de lado miles de vidas inocentes.
En vez de alegría, trae llanto y desolación . En vez de oportunidades para el floreci-
miento humano, vidas truncadas. En lugar de concordia, imposición. Proyectos de
vida devastados sin oportunidade s par a la real ización humana va dejando a su
paso. Venganza y rencor en vez de caridad, amor al prójimo y compasión. En la
actualidad, en diversas naciones hay guerras internacionales en curso (Siria , Libia,
etc.) dejando una estela de impotencia, ruina y miseria material y humana que crece
en la medida que la avaricia de las grandes potencias por los recursos materiales o
la posición geoestratégica de los países afectados fomenta la discordia en lugar de
la paz. Es odiosa la guer ra pero sigue siendo una constante la apelación a la violen-
cia armada para dirimir las diferencias, sucumbiendo la política ante la realidad del
uso de la fuerza regular e irregular en los conflictos armados en desarrollo que
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