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Capítulo VI. Apuntes para interpretar los discursos de terrorismo y antiterrorismo a la luz de la sociología jurídica de Pierre Bourdieu

AutorÁlvaro Moreno Durán, José Ernesto Ramírez
Páginas162-211
Capítulo VI.
Apuntes para interpretar los discursos de
terrorismo y antiterrorismo a la luz de la
sociología jurídica de Pierre Bourdieu
Mary Luz Sandoval Robayo
Introducción
¿Es el terrorismo distinto del terror?, ¿cuándo tuvo origen?, ¿existe
el terrorismo como categoría o como crimen, o es una invención?,
¿dónde surgió el fenómeno que ahora asociamos con un
acontecimiento que se considera “mayor”: los atentados contra las
torres gemelas del 9/11? Sabemos quiénes lo colocaron en el
lenguaje mediático de todo el mundo, pero en menor medida cómo
se legitimó el antiterrorismo que tiene los mismos principios,
pregunta que lleva a respuestas ideologizadas, sujetas a posturas
políticas pese a que es una noción despolitizadora del fenómeno de
la violencia. El terrorismo cumple con la característica que atribuye
Pierre Bourdieu a las argucias de la razón imperialista: temas
surgidos de enfrentamientos intelectuales ligados a una
particularidad social, terminan mundializándose de forma
deshistorizada y se convierten en lugares comunes con los cuales
se argumenta pero sobre los cuales no se argumenta (Bourdieu y
Wacqant, 2001).
Uno de los mecanismos de la dominación implica la
deshistorización de los hechos. Con certeza ha habido terror mucho
antes de 1789, desde la existencia misma de las guerras, pero el
terrorismo empieza a tomar forma como concepto desde el siglo
XIX.
La era del reino del terror como gobierno de emergencia de los
amigos de la república y de la democracia, que nació con la
Revolución Francesa, no ha terminado. Los tiempos cambian, pero
ciertas maneras de pensar permanecen y continúan estructurando
los hechos. La historia es un largo acaecer compuesto de cambios y
permanencias. La utilización del terror (antiterrorismo) para la
búsqueda de la virtud (democracia) sigue siendo la filosofía
paradójica de quienes hacen la política y dirigen los gobiernos (“El
terror sin virtud es desastroso, pero la virtud sin terror es impotente”,
según Maximiliano Robespierre). La diferencia está, no obstante, en
un elemento fundamental: ya no se trata de revolucionar las
estructuras sociales y políticas, sino de mantenerlas; y existe otra: el
mantenimiento del orden ya no obedece legítimamente a una
aspiración ideológica per se, pues debajo de toda la retórica actual a
favor de la democracia, el liberalismo y los derechos humanos,
existen intereses económicos que poco a poco emergen claramente
en busca de una fórmula ideológica.
Políticos, teóricos, legisladores y periodistas, han contribuido a
establecer nuevas relaciones sociales de dominación. Como
agentes en su respectivo campo de luchas, forman y seleccionan
unos sistemas de clasificación ideológica encaminados a imponer la
dominación social y la definición de un mundo acorde a sus
intereses particulares o los de sus gobiernos.
Las nuevas teorías del conflicto, los más influyentes discursos
académicos en el mundo y en Colombia y los discursos políticos,
estructuran una visión de mundo que se revela en la transición entre
el reconocimiento de la legitimidad de la rebelión hacia el discurso
antiterrrorista que arrastra la tendencia hacia la ilegitimidad de la
oposición al sistema, estructurando la estigmatización y
criminalización del delito político.
El lenguaje y el discurso se presentan igualmente maniqueos,
como estrategias conscientes o no, encaminadas a legitimar la
dominación de esa visión y funjen a manera de capital en disputa.
Pero no es una disputa de palabras sino de visiones tanto políticas
como académicas y normativas; se trata del debate entre la visión
de seguridad frente al terrorismo y la de los derechos humanos, el
derecho internacional y el Estado de derecho. Eso significa que hay
quien se beneficia y quien no de la visión dominante y
pretensiosamente universalizante o deshistorizada de los conflictos
y del terrorismo.
La relación entre la estructura social objetiva y las estructuras
mentales, entre las divisiones objetivas del mundo social
(democracia - totalitarismo), especialmente entre dominantes y
dominados en los distintos campos y los principios de visión
(posiciones democráticas o autoritarias) y división que aplican los
actores (democracia - terrorismo) se corresponde con la divisa virtud
o terror, con la cual se gestó la Revolución Francesa, pues continúa
operando en las mentes y en las estructuras políticas y sociales
actuales, en esta fase histórica, a nivel global1.
Los discursos de terrorismo y antiterrorismo como manifestación
de un oscurantismo ideológico, funcionan bajo el “efecto de teoría”.
El lenguaje estructura las estructuras objetivas dentro de ciertos
límites, las estructuras simbólicas tienen un poder enorme de
constitución, pero estas estructuras que tienen poder de simbolizar,
de anticipar el porvenir a su vez están definidas por las condiciones
históricas de su génesis.
¿Cómo se refleja la internacionalización de los procesos
normativos acerca del antiterrorismo sobre los internos
especialmente durante la presente legislatura?, ¿cómo interpretar
sociológicamente la oposición entre las dos posturas descritas cuya
contradicción se funda en una categoría polisémica no sociológica y
que tampoco existe como tal en la normativa?, ¿cómo se ha

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