Carlos Ardila Lülle, pero no el empresario, sino el ser humano - 15 de Agosto de 2021 - El Tiempo - Noticias - VLEX 874456587

Carlos Ardila Lülle, pero no el empresario, sino el ser humano

Especial para EL TIEMPOCrónica Juan GossainEmpiezo por confesar que esta crónica no la escribo con el computador, ni con una estilográfica antigua o un lápiz, ni siquiera con el bolígrafo más humilde del mundo. La escribo con el corazón. Porque hace ya muchos años aprendí aquella sentencia de Federico Nietzsche, gran filósofo y poeta alemán: "Escribe con sangre, y aprenderás que la sangre es el espíritu". La verdad es que no estoy tratando de hacer la apología que se merece el gran empresario colombiano, admirado y emblemático, que murió anteayer cuando iba despuntando el amanecer sobre los farallones de Cali. Tampoco me propongo hacer la elegía del famoso industrial que produjo gaseosas y canales de televisión, ingenios azucareros y emisoras de radio, compañías de textiles y equipos de fútbol, que dedicó toda su vida a trabajar, a crear, a progresar, a darle empleo a la gente. De eso se encargarán sus biógrafos, apropiadamente, como lo han venido haciendo en estos dos días, y con mucho más conocimiento que yo. A mí lo que me interesa ahora es evocar a un ser humano extraordinario, que fue mi compañero cotidiano durante casi treinta años, el dueño de la cadena de radio donde trabajé como director de noticias, el lugar donde concluyó mi carrera de periodista cotidiano, madrugador e incansable. Mi encuentro con Carlos Ardila Empecemos, pues, con el relato de aquellos episodios. Estaba comenzando el año de 1984 cuando me llegó un mensaje de Carlos Ardila Lülle y su hijo Carlos Julio, los propietarios de RCN, ofreciéndome ser el director de sus espacios informativos en radio. Acepté de inmediato, no solo porque necesitaba el sueldo que me estaban proponiendo, sino porque también quería desarrollar mi propia obra, como lo había aprendido gracias al ejemplo de Yamid Amat, que hasta aquel día fue mi director en Caracol Radio. Entonces inicié una carrera que, como ya dije, duraría casi treinta años frente a los micrófonos de RCN. Veintisiete años, para ser exactos. Toda una vida. La tarde en que firmamos el contrato, Ardila Lülle me dio un abrazo y una gran sonrisa. De manera que desde el principio fui entendiendo que dentro de aquel industrial afamado y respetado, que todo el país reconocía, uno de los hombres más ricos del mundo, había algo que era mucho más valioso que cualquier fortuna: había un ser humano fraternal, cariñoso, de un cálido temperamento, que trataba a la gente con afecto. Y era tan expresivo que uno aprendía a descubrirle todos...

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