En la carrera por los aviones supersónicos de pasajeros - 15 de Marzo de 2016 - El Tiempo - Noticias - VLEX 631420406

En la carrera por los aviones supersónicos de pasajeros

La Nasa estimulará la competencia para construir aviones supersónicos comerciales, en una especie de carrera que recientemente ha comenzado con el fin de ocupar el camino que dejó despejado el Concorde, el cual hizo su último vuelo en noviembre del 2003. La agencia espacial de los Estados Unidos contrató, recientemente, al grupo aeroespacial estadounidense Lockheed Martin para que diseñe de manera preliminar un prototipo de un avión supersónico comercial que debe tener dos características fundamentales: ser silencioso y económicamente viable de cara al transporte de pasajeros. Para realizar ese diseño, la empresa recibirá unos 20 millones de dólares a lo largo de 17 meses. Esta es la cuota inicial, porque construirlo implica ponerle más ceros a la derecha a ese cheque. “La Nasa trabaja duro para desarrollar aviones de transporte más ecológicos, más seguros y más silenciosos, capaces también de volar más rápido”, declaró el director de la agencia, Charles Bolden, al revelar el proyecto. Si van a ocupar el puesto del Concorde, un desarrollo anglofrancés, y del Túpolev Tu-144, la versión soviética del avión comercial de pasajeros, tanto el proyecto de la Nasa como el de otras empresas privadas que trabajan en el asunto se tienen que concentrar en algunos puntos clave: ahorro de combustible, mantenimiento con costo similar al de los aviones comerciales convencionales, evitar al máximo el ruido que estas aeronaves producen al despegar y aterrizar, pero sobre todo el estallido sónico que estas aeronaves producen al romper la barrera del sonido. Estos puntos tuvieron mucho que ver con la ‘muerte’ del Concorde. El consumo de combustible para que sus potentes motores pudieran traspasar la barrera sónica y costos de mantenimiento para garantizar la seguridad a velocidades tan altas no resultó muy rentable e implicó un costo de tiquetes muy alto (alrededor de 7.000 dólares en el 2003 para un viaje solo de ida Nueva York-Londres). Por el otro lado, el ruido que causaba hizo que en áreas continentales tuviera que volar por debajo de la velocidad del sonido, lo que para un avión de diseño supersónico es ineficiente, para luego, en mar abierto, alcanzar la velocidad supersónica. Este problema lo llevó básicamente a hacer vuelos continentales entre ciudades costeras, lo que limitó las posibles rutas. De ahí el reto de los nuevos proyectos: hacerlos rentables. Hay dos escenarios que hacen pensar que se puede lograr: “Es indudable el incremento de viajeros a...

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