Carrera hacia el abismo - 1 de Julio de 2018 - El Tiempo - Noticias - VLEX 730320173

Carrera hacia el abismo

ÁNGELA POSADA-SWAFFORD - ESPECIAL PARA EL TIEMPO* @swaforini

A cinco kilómetros de profundidad, bajo la superficie azul oscura del océano Pacífico, entre Hawái y la costa oeste de Norteamérica, hay un lugar que puede describirse como la próxima Arabia Saudita de la minería submarina. Allá abajo, en medio de masas de agua fría y negra como la tinta, yacen trillones de rocas del tamaño de papas que se extienden casi tocándose a lo largo de miles de kilómetros sobre el suave fango del lecho marino. Se llaman nódulos polimetálicos porque están compuestos de cobalto, níquel, cobre y manganeso, los metales más críticos en la fabricación de baterías para teléfonos móviles, autos eléctricos, turbinas de viento, paneles solares y muchas otras tecnologías y dispositivos sin los cuales la próxima generación de energías renovables será completamente imposible de concebir. Si para el año 2050 la población global habrá aumentado a 9,8 mil millones, como auguran las Naciones Unidas, la demanda de estos metales será realmente urgente. Especialmente teniendo en cuenta que el 66 por ciento de la gente vivirá en áreas urbanas. La demanda global de níquel, por ejemplo, es ahora de dos millones de toneladas anuales. Para 2030 necesitaremos al menos el doble. Pero en tierra firme solo quedan 76 millones de toneladas. Con el cobalto la historia es parecida, excepto que el 60 por ciento de las reservas están encerradas en la inestable República Democrática del Congo, donde además la minería involucra a niños. Tecnología madura Durante el último medio siglo, una serie de exploradores y mineros han tratado por todos los medios de ir hasta el fondo del mar para recolectar estas piedras metálicas que a simple vista semejan trozos de carbón e inicialmente fueron traídas a la superficie por el buque oceanográfico HMS Challenger entre 1872 y 1876. El problema siempre fue desarrollar las tecnologías que hicieran eficiente y seguro operar a esas profundidades aplastantes: a -6.000 metros la presión es 600 veces mayor que la presión al nivel del mar, un obstáculo gigantesco para funcionar permanentemente en el fondo. Pero ahora, tanto la tecnología como el marco regulatorio han madurado de tal forma que, para bien o para mal, estamos en el umbral de la nueva y contenciosa era de la minería abisal. El punto cero se llama la zona de fractura Clarion Clip-perton, o CCZ, un área de 4,5 millones de kilómetros cuadrados (más grande que la India) en aguas internacionales, lejos de...

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