Los ‘topos’ de las carreteras - 16 de Septiembre de 2014 - El Tiempo - Noticias - VLEX 528253454

Los ‘topos’ de las carreteras

Guillermo Reinoso Rodríguez Redacción EL TIEMPO A ocho metros de profundidad, sin más protección que un casco y un lazo listo para enganchar a su arnés cuando necesite subir a la superficie, Gustavo Murillo intenta romperle el alma a una roca que se le atravesó en su camino hacia el fondo de la tierra. Lleva dos horas sumergido en una fosa, el sudor entrapa el overol rojo que tiene puesto y la respiración se siente con fuerza, pero él no tiene la más mínima intención de salir a flote, por lo menos hasta cuando llegue el camión con el almuerzo. Gustavo es uno de los ‘topos’ que de manera artesanal vienen realizando el trabajo más pesado de la reconstrucción de 12 tramos de vía que se desplomaron en la ola invernal del 2011 y donde, por la quebrada geografía y la inestabilidad de los suelos, las grandes máquinas y los taladros no pueden llegar. En esos pozos se construyen los cimientos de puentes y bancadas de las modernas vías que surcan nuestras cordilleras. La meta de este chocoano es llegar a los 12 metros y, una vez acabe, empezará otra excavación. y luego irá a un nuevo lugar. Así se ha recorrido el país, en un trabajo en el que el sueldo depende de qué tantos metros cúbicos de tierra y roca saque. Una quincena, a razón de 188.000 pesos el metro, le puede quedar entre 1’200.000 y 2’00.000 de pesos. Las manos callosas y amarillentas de este moreno nacido en el medio San Juan son la muestra de los siete años que lleva excavando en las montañas y en zonas donde hay que caminar con paso firme, porque fácilmente se puede rodar por la pendiente. Aprendió ese oficio desde niño en las minas ilegales de oro de su departamento. Sin más herramientas que sus manos y un pico, se iba abriendo paso en la tierra y dejando un orificio por el que apenas podía arrastrarse. Eso tal vez explica por qué en ese tipo de obras se ven pocos blancos. Gustavo cree que no es por el biotipo, sino porque los chocoanos como él son experimentados trabajadores en profundidades. “El 95 por ciento de los habitantes de Chocó hacen esa labor. Se empieza a los 12 años a ejercer esta labor”, explica este menor de nueve hermanos que empezó a excavar en las minas poco después de que su papá murió, en la isla de Virudó, en Bahía Solano. Toda su familia debió desplazarse luego a donde los abuelos maternos, en la región del medio San Juan. Allí fue donde aprendió a cavar la tierra. Pocos años después, mientras algunos de sus hermanos se abrieron espacio en el comercio de la madera...

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