Celebrando el retorno de Albalucía Ángel al país de su literatura - 29 de Abril de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 568082334

Celebrando el retorno de Albalucía Ángel al país de su literatura

En la Arenosa yo entendí. Me di cuenta de que la vida no solamente era jugar al golf y decidir que este vestido me lo trajeron de Miami, que voy a pasar las vacaciones en la bahía de Santa Marta, en Navidad me regalaron este Omega, o cosas de esas: tú ya sabes. Lo que decimos las niñas como yo, que no sabemos distinguir los ciegos de los cojos porque solamente conocemos las fábulas bonitas, la de la zorra, que tarde o temprano alcanzará el parral porque no es sino sacar diez pesos del bolsillo. En fin. Que conocí la problemática. Y no es que ya lo tenga aprendido, por supuesto, me falta mucho trecho, porque del dicho al hecho. Pero yo sé que va a llegar, tarde o temprano. Como la muerte, o el amor, todo nos llega, pero no nos pongamos tan dramáticas: mañana volverá a ser como siempre. Lorenzo ya volvió y al fin terminaremos la enramada. Valeria no estará tan lejana, tan encerrada en su libreta, en la comida de las gallinas. A estar tan hosca con Martín, que desde hace tiempo no embadurna ni un lienzo, y por las noches no sentiré los gritos. Qué te pasa, tengo que despertarla, hasta que al fin se calma y la siento que responde a mi gesto como una niña que necesita mimo; y entonces me confiesa que si lo de Lorenzo dura mucho, ella no va a poder, porque a cualquiera le flaquea el coraje, cuando a su hermano lo torturan: eso tampoco es fácil. Sé que toda esa dicha a lo mejor no dura más que un par de días, pero más vale eso, pues la felicidad es siempre así: prestada por raticos. ¿Tú entenderías? Porque si yo te cuento cómo Lorenzo me despertó esa noche: oye, ¿por qué no hacemos el amor...?, y no alcancé a responderle porque me estaba acariciando: ¿sabías que tu pecho es el más lindo del mundo?, y comenzó a mamar muy dulcemente, a despertar mi cuerpo, a descubrirlo, me lo he soñado siempre, susurró, y su lengua quemaba como una llama viva, absorbía mis jugos, me colmaba de tibiezas que me hacían deshacer en suaves sacudidas, yo también lo he soñado, repetí, mientras sentí su miembro ávido, buscando, taladrando, me haces daño, gemí, pero no me dio tregua y aquel dolor era algo insoportable, yo no puedo, ¡no puedo!, porque el cuerpo de Alirio era el que me montaba haciéndome sentir lo de aquel día en el cañaduzal: cómo es tu amiga, ¿tan linda como tú?, me preguntaba mientras sus manos me hurgaban, sudorosas, y yo sentí el contacto de algo duro entre mis piernas mientras que él se iba poniendo todo tenso, no te hace daño, quieta, no tengas miedo...

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