Chispazos de buen humor en la economía colombiana - 24 de Febrero de 2021 - El Tiempo - Noticias - VLEX 861345770

Chispazos de buen humor en la economía colombiana

Jorge Emilio Sierra Montoya * - PARA EL TIEMPODe la economía se ha dicho que es una ciencia sin humor. Una cosa seria, claro está: plagada de fórmulas matemáticas, jerga especializada que el común de los mortales no entiende y proyecciones a granel que, por desgracia, casi nunca se cumplen, como si fueran pronósticos del tiempo. Con razón, ha sido llamada la ciencia lúgubre, título que habla por sí solo, pues no produce risa o alegría, sino tristeza, preocupa-ción… y lágrimas. De los economistas, como era de esperarse, se dice lo mismo. Al fin y al cabo, con pocas y honrosas excepciones, la solemnidad los caracteriza, sobre todo cuando exponen teorías, hacen cálculos, presentan conclusiones y nos muestran hacia dónde va la economía, sin que nadie más se dé por enterado. No es de extrañar, entonces, que su comportamiento esté lejos, muy lejos, del entusiasmo propio de otros profesionales, como los músicos. Pero nunca faltan las excepciones a la regla. O las salidas de buen humor, para ser exactos. O los hechos que simplemente se prestan para eso, según veremos a continuación, basados en la nueva edición de mi libro Protagonistas de la economía colombiana, recién publicado en Amazon. Alertas lleristas Empecemos con los jefes de Estado, los cuales a fin de cuentas, aún en cuestiones de economía, tienen la sartén por el mango. Por ejemplo, Carlos Lleras Restrepo (1908-1994), a quien nadie le discute su autoridad en tal sentido, de la que hacía gala en el Gimnasio Moderno, donde estuvo al frente de la cátedra sobre Economía Política. Según Fernando Gaviria Cadavid (1931-2014), uno de sus alumnos que después sería ministro de Comunicaciones, él era tan entusiasta, brillante expositor y metido en su cuento que a veces se quedaba dos horas dictando clase -¡cuando no le correspondía sino una!-, negándose a suspender su discurso al ver al siguiente profesor, quien se asomaba, a hurtadillas, para avisarle que su tiempo había terminado. Además, solo hacía exámenes orales, no por escrito. "¡Conéctese!", era el primer aviso al estudiante que diera muestras de no saber bien su lección; "¡Sitúese!", era el segundo, y, cuando el asunto no tenía remedio, ordenaba sin tapujos: "¡Siéntese, jovencito! ¡Tiene cero!". De Valencia a Samper De Guillermo León Valencia (1909-1971), ni se diga. Su primer ministro de Hacienda, Carlos Sanz de Santamaría (1905-1992), tuvo que devaluar en dos ocasiones, por lo cual se desató un escándalo mayúsculo que puso al gobierno...

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