Ciegos sin oír - 14 de Marzo de 2019 - El Tiempo - Noticias - VLEX 772298653

Ciegos sin oír

Ahora que está otra vez tan de moda el magnífico George Orwell, por fin de moda, tenían que pasar los años para que sus pesadillas se cumplieran y la gente encontrara en ellas un consuelo y una explicación, ahora he vuelto a leer ese ensayo suyo, bellísimo y estremecedor, sobre sus días como legionario en la Guerra Civil española, de la cual salió en julio de 1937 con un tiro en el cuello. "Es que es muy alto", dijo un camarada. En ese ensayo, que se llama Volviendo la vista a la guerra española, Orwell cuenta que una noche logró infiltrarse con un compañero en el campo contrario, el "territorio fascista", como lo llamaba él. Entonces ambos vieron correr a un enemigo y de inmediato le apuntaron para dispararle. Lo habrían hecho de no ser por un detalle ridículo, y es que mientras corría desesperado, el pobre tipo iba con los pantalones sueltos, agarrándoselos. Dice Orwell que igual él no era un buen tirador -no sabía disparar, mejor dicho- y que era improbable que a esa distancia pudiera acertar en tan absurdo blanco. Pero además no jaló del gatillo, según sus palabras, porque estaba allí para matar fascistas; "y un tipo que se agarra los pantalones para correr no es ningún fascista: es alguien como uno mismo, una criatura igual, y así es imposible dispararle...". Pero lo otro que dice Orwell en su ensayo, lo más importante y revelador, es que la gente suele creer o no en las atrocidades de la guerra según su predilección política. Se acaban entonces la razón y la verdad: "Todo el mundo cree en las atrocidades del enemigo y descree de las de su propio bando…". Todo el mundo es capaz de prescindir de las evidencias, valga la paradoja, y ver solo la viga en el ojo ajeno, nunca en el propio. Ese es el resumen perfecto de lo que era, de lo que fue la sociedad española en ese momento atroz de su destino, ya de por sí convulso y desgarrador desde siempre: una sociedad enceguecida por el fanatismo, carcomida hasta lo más profundo por el...

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