Colombia: ¿una democracia representativa sin partidos? - ¿El estado constitucional en jaque? Tomo I: los retos del componente democrático - Libros y Revistas - VLEX 953621290

Colombia: ¿una democracia representativa sin partidos?

AutorCarlos Eduardo Gechem Sarmiento
Páginas117-141
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introduccin
“Parece imposible hacer entrar en el campo de la democracia, todos los re-
gímenes que la han reclamado”1. Esa expresión del profesor Braud resume
perfectamente la realidad de nuestro sistema político. En efecto, a lo largo
de los últimos siglos un inmenso número de países se ha denominado, en su
Constitución y en su discurso oficial, democracias. Para Jacques Chevallier
este fenómeno tiene varias explicaciones: por un lado, las presiones ejercidas
por organismos internacionales como la
onu
que, en su Agenda para la De-
mocratización, de diciembre de 1996, dejó claro que la asistencia a los países
no sería sólo en materia electoral, sino en la redacción de constituciones, en
la arquitectura institucional y en la promoción de los derechos humanos,
es decir que se le entregaba un “paquete completo” de medidas, principios
y modelos a cada país, para que fuera implementado en su propia realidad;
y por otro, la presión de las instituciones financieras internacionales que,
como en el caso del Banco Mundial, condicionan su ayuda al compromiso
de reformas políticas, a una buena gobernabilidad que desemboque en una
mejor calidad de vida y una reducción de la pobreza. Finalmente, después
del 11 de septiembre, la fuerza también ha sido utilizada para imponer la
democracia y sus principios. Entonces,
… el modelo democrático liberal se volvió así hegemónico y colocado bajo el sello
de la universalidad, incluso si la práctica política concreta se aparta sensiblemente:
en su informe de 22, el
pnud
consideraba que de los ciento noventa países, sólo
ochenta y dos podían considerarse verdaderas democracias2.
Colombia no es la excepción: nuestros revolucionarios introdujeron princi-
pios propios de las sociedades europeas y americana. Empero, se pretendió
aplicar dichos principios en una sociedad que guardaba las tradiciones y la
estructura aristocráticas propias de la España colonial. Desde esa época, y
hasta hoy, hemos copiado distintos modelos que terminaron en la Constitu-
ción de 1991, introduciendo la democracia participativa que complementaría
la ya existente representativa.
1
philippe braud
. Science Politique: la démocratie, París, Editions du Seuil, 1997, p. 11.
2
jaques chevallier
. El Estado posmoderno, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 21,
p. 28.
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Esa democracia, que no es otra cosa que la “organización de la compe-
tencia pacífica en busca del ejercicio del poder”, es hoy el único modelo
aceptable de gobierno. Sin embargo, se trata de un cascarón dentro del cual
cabe un sinnúmero de disimiles regímenes y modelos. La crisis tiene variadas
y múltiples razones: por ejemplo, podríamos hablar de una crisis del con-
cepto de representación, una pérdida de confianza en los gobernantes por
su incapacidad de resolver problemas, un número creciente de escándalos
de corrupción o un individualismo social en auge.
La paradoja es grande, pues la misma democracia que hemos dicho que
está en crisis ganó la batalla del siglo
xx
, aquella que derrotó a todos los
modelos alternativos de organización del poder.
Los partidos políticos son los principales actores de este modelo. Su
relación con la democracia se puede entender en dos sentidos: por una
parte, en sentido positivo, ya que ninguna democracia funciona sin partidos
políticos, pues cada vez que se busca democratizar un Estado los partidos
aparecen; y por otra, en un sentido negativo, pues la primera reacción de
todo dictador es reducir el campo de acción de los partidos o borrarlos del
panorama político.
Esos actores se pueden definir como
… una clase de colectividades, no efímeras, de individuos que comparten, con
grados diferentes, un conjunto de objetivos comunes. Pretenden poder reclutar,
entre sus miembros, el personal capaz de gobernar la Nación (solos, o si es necesario
en coalición con otros partidos)5.
Es precisamente esa relación la que pretendemos estudiar en este artículo,
aunque no detalladamente, pues la democracia en occidente o en Colombia
sería objeto de un trabajo mucho más extenso. Tampoco se trata de una
radiografía precisa de los partidos colombianos, sino que se busca entender
cómo el sistema político colombiano, que se pretende democrático y repre-
raymond aron
. Introduction a la philosophie politique. Democratie et révolution, París, Le libre de
Poche, Edit. de Fallois, 1997, p. 6.
daniel-louis seiler
. Les partis politiques, París, A. Collin, 2, p. 27.
5
william schonfeld
. “Les partis politiques. Que sont ils et comment les étudier”, Ideologies,
partis politiques et groupes sociaux. Etudes reúnies par Yves Meny pour Georges Lavau, Presse de la
Fondation National des Sciences Politiques, 1991, p. 27.
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