Las confesiones de Mancuso, el ‘para’ que arrodilló a medio país - 5 de Julio de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 576799802

Las confesiones de Mancuso, el ‘para’ que arrodilló a medio país

Con uniforme de presidiario y cabeza rapada, este martes, el narcoparamilitar Salvatore Mancuso Gómez le imploró clemencia a la juez Ellen Huvelle de la Corte Federal de Washington. Hacia las 3:30 de la tarde, se puso de pie, juró que estaba arrepentido de los cientos de muertos que carga encima y pidió salir pronto de prisión –lleva siete años preso– para volver a Colombia y abrazar a su familia. Quienes lo conocieron en los 90 no daban crédito de que se tratara del mismo sujeto que se creía el amo del departamento de Córdoba y el cerebro del proyecto paramilitar que azotó a Colombia durante más de dos décadas. El control que ejerció sobre la administración de varios departamentos, como Sucre, Santanderes, Córdoba y parte de Antioquia fue casi absoluto. Y así lo confesó en una de sus versiones libres: “Allí, el Estado era yo”. “Anímicamente, Mancuso está fuerte. Pero el régimen carcelario lo ha desgastado físicamente, y ha cobrado su parte. Ya no es el hombre que se preocupa por su apariencia”, le dijo a EL TIEMPO el abogado cubanoamericano Joaquín Pérez, quien logró que la juez lo condenara a 15 años y 10 meses, por narcotráfico y no a los 22 que pedía la justicia de Estados Unidos. Hijo del inmigrante italiano Salvatore Mancuso D’Angiolella, el paramilitar monteriano siempre creyó tener las credenciales para manejar el ‘paraestado’ que se intentó consolidar con la complicidad de militares y de políticos corruptos como Miguel de la Espriella, Rocío Arias, Eleonora Pineda y 60 más que terminaron tras las rejas. Pero ahora, apenas puede ver a su familia a través de un vidrio blindado y hay meses en donde ni siquiera sale a tomar el sol (Ver ‘Las deudas del excapo...’). La Fiscalía, en Colombia, lo acusa de ordenar y participar en actos atroces como el de incinerar cuerpos en hornos crematorios, desmembrar campesinos y desterrar familias para apropiarse de sus tierras. De hecho, en las próximas horas, allegados de nueve víctimas de la masacre de El Salado (Bolívar), ordenada por Mancuso en febrero del 2000, recibirán sus restos. No habían podido recuperarlos porque fueron enterrados de afán en varios lugares, mientras Mancuso y sus hombres celebraban la matanza campesina. Pasaporte para matar A pesar de su crueldad, los estudios de ingeniería y administración que cursó, sumado a la fortuna de su primera esposa Martha Dereix y a un par de cursos de inglés, tomados en la Universidad de Pittsburgh, lo hacían destacarse dentro de los sicarios...

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