Contravía De las muchas falacias - 25 de Junio de 2013 - El Tiempo - Noticias - VLEX 444375766

Contravía De las muchas falacias

Los intelectuales colombianos de izquierda, comillas, que suelen ser reaccionarios en todo el sentido de la palabra, en cuanto entes mecánicos que se ponen en movimiento estimulados por las gasolinas de alguna idea fija, repiten y repiten que el problema de la violencia en Colombia es el de la tierra, así, en minúscula, con esa voz antigua y evocadora de unos terrones, de la parcela más que de la patria, ese otro anacronismo, esa otra falacia embanderada. Y a eso lo llaman a veces sociología. Y a veces historia. La pobreza del pensamiento traducida al discurso del romanticismo tardío.

La tierra es el problema, dicen en La Habana los bisnietos decaídos de Lenin poniendo cara de lobos tristes, de víctimas irrisorias. Y el eco repite en los foros de la izquierda que ama tanto convocar foros, foros y foros, y en las columnas de los periódicos por boca de escribientes calzados por Adidas, momificados en el método de la grabadora del Oscar Lewis de Los hijos de Sánchez. Reforma agraria. Con la bendita cháchara de una república que se agota en un diccionario de prejuicios de nunca acabar.

Pero la desgracia de la violencia tiene otras lecturas. Y también se puede decir que el problema multiplica la antigua explotación del campo por la ciudad. Todos los memorialistas de nuestras violencias que tan bien han engrosado la pánica historia universal de la infamia cuentan que fue en los escritorios de las ciudades donde se cocinaron las matazones y surgieron las chispas que encendieron las praderas y las laderas, con retóricas de abogados levantiscos y torticeros. Agravando con los terrores de la guerra la antigua esclavitud de los campesinos.

Viví casi siempre en el campo. Me gustó confrontar el horror de la naturaleza salvaje en los caños del Vaupés, conviví con los ticunas del Amazonas, tuve un montón de amigos entre ordeñadores de Rionegro, cultivadores de maíz del Cauca, paperos de La Calera, madereros del Chocó. Y en todas partes hallé el mismo tedio y el mismo sueño de escapar a la ciudad de las miserias de lo que los técnicos llaman el agro. Los sociólogos, a veces virgilianos inconscientes, que nunca leyeron las Geórgicas que le encargó Mecenas a Virgilio, y los historiadores de...

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