Coreomanía - 28 de Octubre de 2022 - El Tiempo - Noticias - VLEX 913417116

Coreomanía

No es que sea de mal gusto, sino que es insolente e inverosímil e infame pedirle calma a un colombiano. Colombia aún no sale del presente degradado de la guerra. Cualquier adjetivo, Colombia turbia, Colombia frágil, es redundante. Y, sin embargo, como se aprende con los reveses de la vida diaria, de nada sirve sumarle pánico al pánico: "¡El dólar!". De nada sirve la coreomanía que ha afectado a tantos pueblos desde el siglo XIV -o sea la histeria colectiva que puso a danzar a cuatrocientos desquiciados en la Estrasburgo de 1518, y empujó a la Europa inquisidora a quemar a cuarenta mil mujeres por "brujería", y lanzó a los Estados Unidos macartistas a aniquilar a cualquiera que oliera a izquierda, y desmayó a seiscientas niñas vacunadas en El Carmen de Bolívar de 2014- para vivir los días retadores e inaplazables que ha propuesto este gobierno. De nada sirve andar por ahí, como zombis de WhatsApp o niños atados a la suerte de los monstruos, temiéndole a la izquierda que temieron los padres de los padres. De nada sirve repetirse "esto va mal" sin tener ni idea de qué es esto; sentirse arrinconado por los ninguneados que llevan nueve generaciones esperando un respiro; convencerse de que estamos viviendo una película de desastres de aquellas, El día después de mañana o Titanic, sin rescatadores a la vista; olvidarse de aquel titular solidario, "Año de aprendizaje", que la vieja revista Semana dedicó al errático Duque; permitirse el popular "qué tal que el ministro de Hacienda no estuviera" en vez de reconocer que está, e inventarse, con esta vocación tan nuestra a perder las proporciones, que el apocalipsis de este país de ocho millones de víctimas empezó el 7 de agosto de 2022: bienvenidos, más bien, a la incertidumbre que hemos sido. Creo en la crítica leal e irreverente que se atreve a decirles la verdad a todos los gobiernos. Estoy con las voces que cuestionan los tiempos de Petro con la misma precisión con la que cuestionaban los tiempos de Duque. Pienso día por día...

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