Desolación en Cotia cuando juega Brasil - 18 de Junio de 2014 - El Tiempo - Noticias - VLEX 515461114

Desolación en Cotia cuando juega Brasil

Sergio

“En Brasil es fútbol es sagrado. Cuando juega la selección, todo se para y cerramos los negocios”.

vidriero

y habitante

de cotia

Cotia. No es primero de enero, ni Viernes Santo, pero parece que lo fueran, incluso los dos al mismo tiempo: no hay carros en las calles, ni niños en los colegios, ni peatones en las calles, ni empleados en las oficinas. Los almacenes y el comercio en general bajaron sus puertas metálicas y les pusieron llave: en Brasil hay fútbol, juega la selección y en el Mundial. Cotia es el ‘pequeño’ municipio dormitorio y satélite de São Paulo, con ‘apenas’ ¡250.000 habitantes! (del tamaño de Riohacha, Envigado o Floridablanca), en el que la Selección Colombia levantó su carpa en el Mundial. Y en él no se mueve nada, ni hay nadie. Es como el pueblo desierto de las películas del Viejo Oeste: no hay enfermos en las droguerías, borrachos en el bar ni pecadores en iglesia. Solo el viento, y su silbido a 28 grados, cruza las calles de semáforos inútiles. ¿Es día feriado? No, pero sí … ¡Juega la Selección Brasil y este es el país del fútbol! Es la segunda fecha del grupo A. México es el ‘seguro’ rival por vencer. La idea de ver un ‘carnavalito’ en el lugar donde vive Colombia en el Mundial es mala. Ni brasileños ni colombianos ni nada de nada. Un par de policías hacen su ronda. Les preguntamos si hay algún lugar en el que se reúnan los cotienses a ver el partido. No saben nada. Hacen el patrullaje porque no son de aquí y han venido a prestar refuerzo. De la nada, en la cresta de una calle empinada, salen voces, soplidos de corneta y agudos gritos de mujer. Al frente de la Comisaría de Policía está el negocio JR en el que unas 60 personas, quizá 70 con empleados, se juntan a ver el partido en un pantalla plana de 42 pulgadas en la que revienta de lado el sol y cuelgan guirnaldas de banderitas de Brasil. Es una panadería-bar-restaurante (¡tal cual!) que caza clientes con la oferta de una jirafa gorda de cerveza y un plato alto de papitas francesas (‘fritas’, les dicen por acá) a 35 reales (35.000 pesos nuestros mal contados) por tanda. “Hoy hay poca gente. En la inauguración de la Copa estaba lleno. Lo que pasa es que hay mucha gente que hizo asados en sus casas con sus amigos para ver el partido”, dijo la bullosa Patricia, que con un par de cervezas entre pecho y espalda se burla de los colombianos “que no han ganado nunca una Copa del Mundo”. Atrás, en las últimas dos mesas ‘pegadas’ por ellos mismos, hay un grupo de...

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