Cristobal Colón, el pirata que descubrió América - 22 de Agosto de 2018 - El Tiempo - Noticias - VLEX 737063277

Cristobal Colón, el pirata que descubrió América

ESPECIAL PARA EL TIEMPOFRAGMENTO Arturo Aparicio LasernaEditorial Planeta 366 páginas $ 42.000"Colón era un navegante conocedor del cielo y las estrellas, pero sus cálculos estaban errados. Le puso a la Tierra 20.400 millas

de circunferencia ecuatorial, 10.000 kilómetros menos de lo real".En ningún momento mi deseo ha sido suplantar a los historiadores. He tenido una fascinación atávica por la bella Cartagena, sus murallas y su mar. De niño miraba extasiado aquella fortificación. Observaba esos viejos cañones erosionados por el paso de los siglos; carcomidos por el ambiente salobre y por tantas caricias de las manos sudorosas de los turistas. Cerraba mis ojos y trataba de ver esos viejos cañones disparando hacia el mar, con su ruido ensordecedor, seguido por el olor a pólvora negra y una bala imaginaria que haría blanco en un barco de bandera negra con una calavera cruzada por dos tibias. ¿Cuántas balas he disparado en mi mente, cuántos tiros he fallado y cuántos han roto cornamusas, cuántas balas han desgarrado velas, astillado mástiles y derrumbado velámenes enteros? ¿Cuántos disparos tuve que soportar escondido tras la muralla, prácticamente inexpugnable, y cuántas veces explotaron los barriles de pólvora haciendo volar en pedazos a mis compañeros imaginarios? Los piratas escalaban el contrafuerte o penetraban por algún boquete hecho a tiros de cañón. Era el momento de tomar la daga y la espada para defender la vida, porque estos hombres de mar, sin ley, no nos la perdonarían. Venían a conquistar las riquezas de las ciudades para dilapidarlas luego bebiendo en una taberna de mala muerte, jugarlas a los dados o entregarlas a cualquier prostituta de cantina. A lo sumo, estas riquezas durarían solo dos o tres semanas. ¡Tanta sangre derramada para terminar en una borrachera! Estos hombres no conocían el miedo ni tenían el sentido de la prudencia para aceptar la derrota. Para ellos, la muerte era solo un suceso más de la vida. Quienes imaginariamente estábamos dentro de la fortaleza debíamos luchar por la vida, ni siquiera por defender la ciudad, aunque esta fuera nuestra misión. La rendición era incierta. Dependía de los términos en que se planteaba y de ante quién se hacía. En algunas ocasiones los piratas respetaban al vencido con honor. En otras, sin fórmula alguna de juicio, torturaban salvajemente al derrotado con los castigos más crueles para que confesara dónde escondía sus tesoros y, sin el menor reparo, de una puñalada podían...

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