¡Cumplo noventa años! - 20 de Agosto de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 580727754

¡Cumplo noventa años!

Soy un viejo feliz

Alfonso Llano Escobar, S. J.

Tengo por un privilegio llegar a viejo. He vivido 90 años. ¡Soy un viejo feliz! Nací el 21 de agosto de 1925, en Medellín, de una familia profundamente católica, vale decir, seguidora de Jesucristo, quien ha sido la razón de ser de mi existencia. Mañana cumplo 90 años de vida plena, y estoy próximo a ajustar 75 de jesuita, 60 de sacerdote y 50 de escritor. Vivo la dicha de ser sacerdote desde 1956. Parece que fue ayer cuando se coló esta felicidad por todos los poros de mi ser. Dios me dotó con la intuición de algunos cambios de formulaciones de la Fe. Lo cual me ha traído algunas sanciones de los guardianes de la Fe. He sido frentero e innovador, no rebelde ni desobediente. Como comprendo la solicitud de quienes me han sancionado, no albergo resentimientos ni amarguras por sus intervenciones, sobre todo la última, del padre General de la Compañía de Jesús y del Arzobispo de Bogotá, de dar por terminada mi labor de escritor; es decir, me amordazaron quitándome la libertad constitucional de escribir. Quiero recordar algunos hitos de mi pedregosa carrera de escritor. La primera acusación a Roma contra mis enseñanzas se produjo en los albores de mi apostolado intelectual, cuando divulgué en Colombia las ideas del sabio jesuita Teilhard de Chardin. Sencillamente, me pronuncié a favor de una creación evolutiva, que comenzó con el Big Bang, hace 13.700 millones de años. El episcopado en pleno puso el grito en el cielo y me acusó a Roma por estar dando “cristiana sepultura” a los personajes Adán y Eva. Vino luego el problema de la regulación de la natalidad, que prohibía a las parejas católicas regular artificialmente su natalidad y que prescribía orientar cada acto conyugal a la procreación. Me puse de parte de los esposos, a favor de su derecho a programar sus hijos. Nueva intervención de los señores obispos y nueva acusación a Roma, que no prosperó. El Concilio Vaticano II y la Comisión Pontificia para el Estudio de la Población me dieron la razón. Enseñé, luego, el derecho de los católicos a no acatar, por excepción, algún mandato de la Iglesia, siguiendo el dictado sensato de su conciencia. El papa Benedicto XVI, siendo...

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