Decreto 1340 de 2009, por el cual se honra la memoria del doctor Oscar Vélez Marulanda. - 20 de Abril de 2009 - Diario Oficial de Colombia - Legislación - VLEX 353768326

Decreto 1340 de 2009, por el cual se honra la memoria del doctor Oscar Vélez Marulanda.

Número de Boletín47327

El Presidente de la República, en uso de sus atribuciones constitucionales y legales, en especial las conferidas en el artículo 189 de la Constitución Política y la Ley 4ª de 1913,

CONSIDERANDO:

Que ha muerto, rodeado de la admiración, cariño y respeto de los risaraldenses y de sus compatriotas, el doctor Oscar Vélez Marulanda.

Que en la historia de Colombia, el líder liberal Oscar Vélez Marulanda será recordado siempre como un ciudadano ejemplar, como un político comprometido con su región y como un empresario con responsabilidad social.

Que el doctor Oscar Vélez Marulanda fue permanente ejemplo de vocación democrática, respeto por la diversidad de opiniones y de compromiso con el debate fraterno.

Que el doctor Vélez Marulanda es símbolo de una brillante generación política risaraldense, así lo evidenció en su labor como concejal y alcalde de Pereira, Gobernador encargado de Caldas y embajador ante las Naciones Unidas.

Que su departamento tuvo en él a un hombre ejemplar que luchó por los intereses de su región y de la patria toda.

Que en sus 84 años de existencia alternó directamente con varias generaciones y ejerció enorme influencia sobre quienes lo antecedieron, sus contemporáneos y los jóvenes. Su vida estuvo consagrada a la inclusión y a abrir las puertas de la democracia a los mejores.

Que el doctor Vélez fue ejemplo en la creación de empresa privada como función social. Desde la Dirección de Aduanas, llevando grandes compañías a su región y gerenciando empresas como Colpapeles y Papeles Nacionales, logró el balance entre lucro y bienestar para toda la comunidad; se caracterizó por anticipar el futuro y estar siempre atento a los superiores intereses de la patria.

Que la memoria del doctor Oscar Vélez Marulanda quedará siempre unida a la de su esposa, doña Pepita Sierra, cuya erguida personalidad fue esculpida en la disciplina, la dignidad, el decoro y la firmeza de carácter.

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