La democracia y sus mitos. La urgencia de una democracia inteligente - Núm. 18, Julio 2011 - Revista Sotavento MBA - Libros y Revistas - VLEX 846873521

La democracia y sus mitos. La urgencia de una democracia inteligente

AutorKimon Valaskakis
CargoPresidente de la Nueva Escuela de Atenas (ver recuadro al final del artículo), ex embajador del Canadá en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (ocd e) y profesor emérito de ciencias económicas en la Universidad de Montreal
Páginas50-65
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Revista Sotavento n.º 18 • 2009 • pp. 52-67
A pesar de ser, hasta ahora, el único sistema político
viable a largo plazo, la democracia no es un régimen perfecto
ni una “solución milagrosa”. A partir de esta constatación,
Kimon Valaskakis hace, para los lectores de
Futuribles,
una
presentación de las debilidades de este sistema y analiza los
cuatro mitos asociados a lo que él llama la “falsa democra-
cia”, es decir, la versión superficial del ideal democrático, hoy
predominante. Según el autor, la toma de conciencia de estos
cuatro mitos –la infalibilidad del pueblo, la supremacía de la
democracia representativa, el pacifismo de los países democrá-
ticos y la correlación entre democracia nacional y democracia
mundial– permitirá a las naciones y a las organizaciones mun-
diales liberarse de ellos y, así, orientarse hacia una “democracia
inteligente y duradera” cuyos rasgos generales el autor presenta
en este artículo.
Este viraje se volvió esencial desde el comienzo de la
crisis económica, insiste Kimon v alasKaKis, con el fin de hacer
frente a “la complejidad creciente de los desafíos mundiales”
y evitar un retroceso hacia regímenes más totalitarios.
t.P.
LA DEMOCRACIA
y SUS MITOS
La urgencia de una
democracia inteligente
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Especial
* Presidente de la Nueva Escuela de Atenas (ver recuadro al final del artículo),
ex embajador del Canadá en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (oCDe) y profesor emérito de ciencias económicas en la Universidad
de Montreal.
1 wi n st o n C huRChill, en su discurso ante la Cámara de los Comunes, el 11
de noviembre de 1947.
“La democracia es el peor de todos los sistemas
políticos, a excepción de todos los demás”1. Esta
célebre frase de Churchill será, en este artículo,
nuestro punto de partida, pero también será
nuestro punto de llegada. Hasta el presente,
ningún sistema político ha sabido combinar los
elementos de legitimidad y de eficacia capaces
de rivalizar con el régimen democrático en su
versión ideal. Esta constatación, sin embargo,
no debería impedirnos anotar que se trata de
un sistema humano y, como tal, imperfecto,
sujeto a graves errores en el momento de su
aplicación. De nada sirve, entonces, repetir el
mantra de “¡Viva la democracia!”, puesto que
ésta no constituye una solución milagrosa. No
debemos olvidar que la democracia ha sido
ensayada y rechazada varias veces en la his-
toria. De hecho, el modelo de origen, la demo-
cracia ateniense, no duró mucho tiempo. Y los
dos milenios que siguieron a la era de Pericles
estuvieron dominados por regímenes totalita-
rios. En efecto, un visitante marciano podría
fácilmente llegar a concluir que el régimen
político que ha mostrado mejores resultados
en nuestro planeta ha sido la monarquía here-
ditaria, puesto que la democracia ha sido más
la excepción que la regla.
A lo largo del siglo x x , la democracia
avanzó con muchas dificultades. Hubo alternan-
cia entre democracias y regímenes totalitarios
en América Latina, Asia y el Medio Oriente, así
como en el antiguo bloque soviético. Hoy en
día, la mayor parte de las naciones del mundo
dicen ser “democráticas”, pero uno se pregun-
ta si así es la realidad. ¿Acaso son naciones
verdaderamente democráticas China, Rusia
e Irán? No nos causará sorpresa enterarnos
de que la mayoría de la población del planeta,
incluso entre los 193 países miembros de la
Organización de las Naciones Unidas (o n u ) ,
vive en regímenes que no son democráticos en
el sentido occidental del término.
La tesis que sostenemos en este artículo
afirma que la “falsa” democracia proviene de
una interpretación superficial del ideal demo-
crático, la cual es perjudicial para el verdadero
poder popular. El régimen democrático tiene
que ser inteligente si quiere ser verdaderamente
duradero; las boberías hechas en su nombre
destruyen su credibilidad. Aquí analizaremos
los cuatro mitos más importantes relaciona-
dos con esta falsa democracia, para así poder
identificar mejor la ruta que nos llevará hacia
una democracia inteligente y duradera.
Hoy en día, el imperativo de una democra-
cia inteligente nos lo señala la crisis económica
que comenzó en el 2008. Esta crisis no es tan
solo una recesión o movimiento coyuntural;
KIMon valaSKaKIS*
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