Cómo derrotar al populismo derechista - 28 de Mayo de 2016 - El Tiempo - Noticias - VLEX 640958473

Cómo derrotar al populismo derechista

Trump es un populista de

derecha. Los populistas desprecian las instituciones y rechazan la experiencia.

El ascenso de Donald Trump es, tal y como lo argumenté la semana pasada, un síntoma de las fallas de las élites, principal aunque no exclusivamente, de la élite del Partido Republicano. Trump está exitosamente canalizando la agresión y la ira. Ésa no es una táctica nueva. Una y otra vez, ha llevado a los demagogos al poder. Pero los demagogos no proporcionan soluciones. Por el contrario, empeoran las cosas. Un sinnúmero de personas parece pensar que la situación no podría empeorar. Pero por supuesto que sí podría. La situación podría empeorar, no solo en EE. UU., sino a nivel mundial. Ésta es la razón por la que Trump es tan peligroso: no tiene noción alguna de los fundamentos del éxito estadounidense. Trump es un populista de derecha. Los populistas desprecian las instituciones y rechazan la experiencia. En su lugar ofrecen carisma e ignorancia. Los populistas de derecha también culpan a los extranjeros. Trump se suma a todo esto una visión de suma cero de la “negociación”. En cualquier país, el acoger los delirios del populismo es preocupante. En Italia, por ejemplo, la capacidad de Silvio Berlusconi para desempeñar el papel del flautista de Hamelín, al que seguían los desacertados, ocasionó que el país perdiera dos décadas de reforma. Sin embargo, EE. UU. es más importante: ha moldeado al mundo moderno mediante la difusión de instituciones duraderas construidas sobre compromisos jurídicamente vinculantes. Dos resultados de lo que fue un logro bipartidista son dignos de mención. El primero es que EE. UU. tiene potentes aliados. Ni China ni Rusia cuentan con tales aliados. Y ni siquiera se confían mutuamente. EE.UU tiene aliados, solo en parte por el hecho se ser tan poderoso; pero todavía más porque ha sido fiable. El segundo resultado es que EE. UU. ha aceptado compromisos perdurables. El ejemplo obvio lo representa su promoción del comercio. Sin eso, el progreso de muchas economías emergentes durante las últimas décadas no pudiera haber ocurrido. Con su punto de vista transaccional del mundo, Trump bien pudiera descartar tanto alianzas como instituciones. Esto dañaría, o quizá destruiría, el actual orden económico y político. Es probable que él y sus seguidores crean que EE. UU. escaparía indemne si rompiera sus compromisos. Están equivocados. Si la palabra de EE. UU. resultara no valer nada, todo empeoraría. La indiferencia de Trump...

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