Desigualdad: un problema sin solución - 1 de Diciembre de 2019 - El Tiempo - Noticias - VLEX 828206997

Desigualdad: un problema sin solución

Cualquier observador desprevenido podría creer que la frase estaba en uno de los tantos carteles que por estos días exhiben los manifestantes que marchan en varias capitales latinoamericanas: ‘la desigualdad es el corazón del desencanto social’. Pero no fue así. El texto apareció en la presentación que hizo el jueves pasado la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, durante una rueda de prensa ofrecida en Santiago de Chile. El motivo de la convocatoria no era otro que dar a conocer uno de los informes anuales que hace la entidad adscrita a las Naciones Unidas, en este caso el del panorama social de la región. Dada la coyuntura de descontento por la que atraviesa esta parte del mundo, el interés que despertó el reporte acabó siendo mayor que en otras oportunidades. La fotografía, a decir verdad, no es alentadora. Sin desconocer que los países del área están mejor que a comienzos del siglo, los datos confirman otra vez que América Latina es la zona de mayor inequidad en el planeta, en lo que a distribución del ingreso se refiere. Como si lo anterior no fuera suficiente, hay retrocesos inquietantes. Según los cálculos preliminares del organismo, el número de personas en condición de pobreza llegaría a 191 millones en 2019, 27 millones más que hace cinco años. Aparte de que hay casos puntuales de gran deterioro como los de Venezuela, Argentina o Brasil, nada hace pensar que la tendencia general sea hacia la mejoría. El veredicto La combinación de una gran disparidad en la repartición de la torta de los ingresos y un aumento en la inseguridad económica que angustia a incontables familias ayuda a entender la insatisfacción que se expresa en las calles. No obstante, el problema es mucho más de fondo y tiene raíces que pasan por una cultura del privilegio que favorece a los de arriba, de acuerdo con la Cepal, pues "naturaliza las desigualdades, la discriminación". Durante la primera parte del siglo XXI, el auge en el precio de las materias primas sirvió para pensar que vendría una transformación de fondo, explica Nora Lustig, de la Universidad de Tulane, en Estados Unidos. La baja en el desempleo ayudó a que los hogares más pobres mejoraran sus ingresos, al tiempo que las arcas estatales pudieron financiar programas de transferencias como Familias en Acción o Adulto Mayor, que les ayudaron a los sectores más vulnerables. Lamentablemente, el impulso terminó en 2014, cuando las cotizaciones de productos básicos como petróleo o soya...

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