De desplazada a ‘Nobel de medioambiente’ - 26 de Abril de 2018 - El Tiempo - Noticias - VLEX 714912725

De desplazada a ‘Nobel de medioambiente’

CORRESPONSAL DE EL TIEMPO - CALI @ColombiaET

e faltaban pocos días para tener a su primer hijo y tenía 16 años. Aun así, Francia Márquez Mina no se le escondía al sol ni a mover la batea. Hasta el último día de ese embarazo, ella iba a la mina en las entrañas montañosas de Suárez, norte del Cauca, con ese espejismo que es buscar una pepita de oro. Era algo que repetía desde la niñez, cuando acompañaba a sus abuelos, padres y hermanos en la minería ancestral. A esa edad ya estaba acompañando a los mayores de su poblado de raíces africanas, asentado en la vereda Yolombó, del corregimiento La Toma, para que no fuera desviado el río Ovejas, como se pretendía a mediados de los 90, con el objetivo de ampliar la capacidad de generación de energía del embalse de la Salvajina. “Es que el río Ovejas es mi vida, nuestra vida”, dice ella, que empezaba a entender desde la adolescencia cuál sería la esencia de su lucha. Tanto que se le volvió batalla, y no ha quitado el pecho a la hora de arriesgar su vida cuando en la última década empezaron a llegar los personajes de las retroexcavadoras con la idea de llevarse el oro, apartando a los mineros artesanales y sin freno a la hora de destruir las fuentes de agua. Francia, con un apellido que, ella dice, heredó de los esclavistas y el otro que lo asume de origen africano, ahora a sus 36 años, mil veces errante por las amenazas ante sus posiciones, esta semana pisó el San Francisco Opera House, en Estados Unidos, para recibir el premio de la Fundación Goldman, considerado el ‘Nobel del medioambiente’. “Es un premio para toda la gente de Yolombó y La Toma, para mi Colombia”, dice. Es la tercer colombiana que lo recibe. Gracias a su labor, hoy los ríos están menos envenenados y el bosque menos fracturado por la explotación de nuevos yacimientos. “Las excavaciones ilegales de este paraje colombiano generaban más de 30 toneladas de mercurio anuales, que acababan en las aguas de esta región amazónica, provocando una intoxicación que se extendía a lo largo de más de 230 kilómetros. Alrededor de las minas, además, surgían poblados en los que la prostitución, los altercados y el tráfico de drogas eran el pan de cada día”, dice Goldman. “Soy una mujer afrodescendiente, crecí en un territorio ancestral que data desde 1636. Desde pequeños nos enseñan el valor de la tierra, sabemos que los territorios donde hemos construido comunidad y recreado nuestra cultura no fueron un regalo, pues les costó a nuestros mayores muchos...

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