El dinero - Sistema financiero colombiano - Segunda edición - Libros y Revistas - VLEX 926984932

El dinero

AutorDiego Baena Toro/Hernán Hoyos Walteros/Jorge H. Ramírez Osorio
Cargo del AutorAdministrador financiero de la Universidad del Tolima en convenio con la Universidad del Quindío (Armenia) y especialista en Administración Financiera de la Universidad Libre de Pereira (Risaralda)/Magister en Gerencia del Talento Humano de la Universidad de Manizales, especialista en Gerencia de Instituciones Educativas de la Universidad del ...
Páginas1-45
Capítulo 1
El dinero
COMPETENCIAS:
Conocer los orígenes y evolución del dinero, a través de un cuento práctico.
Diferenciar cada una de las funciones económicas del dinero.
Distinguir cada una de las clases de dinero y su utilización.
Analizar cuál es el respaldo del dinero en nuestra economía.
LOS ORÍGENES DEL DINERO: UN VIAJE POR LA HISTORIA DEL DINERO
Una tarde cualquiera, cuando la melancolía se apoderó de la conversa-
ción que sostenían, los hermanos Clara y José empezaron a cuestionarse
sobre
muchas cosas, entre ellas, un elemento que era tan cercano y a la vez
tan desconocido para ellos…notaron por ejemplo que ni siquiera sabían
de dónde ni cuándo había aparecido y, mucho menos, cómo había evo-
lucionado a través de la historia. Sin embargo, se tranquilizaron al pensar
que, además de formar su capital, habían ayudado a numerosas personas
que, a diferencia de ellos, no habían tenido la oportunidad de alcanzar un
buen nivel de vida y todo gracias a que los mellizos, como los llamaban
cariñosamente, les habían tendido una mano no solo para darles pescado
sino también para enseñarles a pescar.
Cuando la charla se volvía más animada, justo en la puesta del sol, ocurrió
algo bastante misterioso: Clara y José entraron en un extraño trance que
los condujo a vivir la experiencia que sin duda, por lo inexplicable, mar-
caría su existencia, pues les permitió satisfacer uno de sus más grandes
anhelos: conocer la historia del dinero.
2 SISTEMA FINANCIERO COLOMBIANO
La historia comenzó cuando esa tarde Clara y José desearon con todas sus
fuerzas convertirse en niños y disfrutar con la misma energía de esa época
todas las aventuras que se les ocurrían: explorar, aprender y descubrir por
sí mismos las respuestas a las mil y un preguntas para las que a su edad
todavía no tenían respuesta. Algunas de las preguntas que querían resolver
eran ¿por qué el dinero era socialmente tan importante en nuestros días?
¿Por
qué era el generador de tantos amores y desamores, de tanta dicha,
pero
de tanta tristeza al mismo tiempo?
Desearon con tanta fuerza obtener esta respuesta que, sorprendentemen-
te, apareció una luz mágica que cerró sus ojos y los sumió en la más pro-
funda paz.
Cuando despertaron se encontraron en un paraje desconocido y com-
prendieron al mirarse entre sí que era increíble.
En tan solo un momento se habían convertido en niños de 10 años y
eran inquietos, voraces por aprender, ansiosos por crecer para poder hacer
“cosas de grandes. Sin embargo, ni el sitio donde estaban, ni la ropa que
usaban les resultaba familiar: estaban vestidos con pieles toscas, al pare-
cer de un animal grande, quizá de un oso, que les resultaban muy cómodas
para soportar
la humedad de aquel bosque de inmensos árboles y fuertes
ruidos. Clara y José comprendieron que tras viajar en el tiempo habían lle-
gado al comienzo de la humanidad. Sorprendidos, notaron que en vez
de sentir temor, eran felices y ante todo, incluso sin saber por qué, tenían
esperanza.
Observando el lugar donde se encontraban, vieron un grupo de perso-
nas preocupadas que discutían entre sí. Se acercaron con prudencia para
tratar de entender lo que sucedía.
—Hoy cambiamos algunos animales que cazamos por el trigo que sem-
braron nuestros vecinos, sin embargo, no logramos conseguir sal porque la
tribu que la tenía no estaba interesada en nuestra carne ni en el trigo. —
—La próxima tribu que puede tener sal está a varios días de camino y
mientras llevamos la carne hasta allí podría dañarse, con lo cual no nos da-
rían la suciente sal, es más, aún no sabemos si puede interesarles nuestra
carne o no… ¿qué hacemos? Esto de intercambiar los bienes que necesi-
tamos por
otros se está volviendo cada vez más difícil—
Clara miró a José sorprendida y le dijo: —Mira, antes de que existiera
el dinero las personas cambiaban unas cosas
por otras, así podían
comerciar. —
A lo cual respondió José: —Sí, Clara, seguramente esto es lo que llama-
ban trueque… pero mira cuantos problemas tenían—
3
CAPÍTULO 1: EL DINERO
—Sí—dijo Clara —será interesante ver qué solución plantean.
La conversación del jefe de la tribu y sus amigos continuó mientras los ni-
ños escuchaban:
—Ya sé, gritó eufórico el jefe, quiero que suenen los tambores para que
mañana nos reunamos cerca del río todos los jefes de las tribus vecinas
con quienes comerciamos—
— ¿Y qué les dirás? —preguntaron los otros.
—Ya lo verán —respondió este— ya lo verán… Ahora todos a dormir. —
Los niños obedecieron. No les resultaba familiar dormir en aquellas extra-
ñas casas pero pensaron que se acostumbrarían pronto y, así, aún sin
salir del asombro por todo lo que les ocurría, durmieron profundamente,
esperando ansiosos el amanecer para ver qué pasaría en la reunión.
A la mañana siguiente el sol iluminaba todo y las sombras del día anterior
se habían disipado; toda la tribu marchaba rumbo al río. Clara y José no
esperaron a abrir los ojos para unírseles.
Cuando llegaron los otros jefes, el antrión de Clara y José les contó el
problema que tenía para conseguir la sal que necesitaba y comprobó, al es-
cuchar a sus colegas, que todas las tribus, aunque con productos diferentes,
estaban pasando por el mismo problema.
El jefe habló —No los llamé para contarles mi problema, más bien lo hice
para proponerles una solución. Escúchenme por favor
Todos guardaron silencio y el jefe empezó a hablar.
—Cada vez tenemos que comerciar más cosas y el trueque ya no funciona,
¿por
qué no pensamos en elegir una mercancía que a todos nos interese
tener, que todos aceptemos y con ella pagaremos por otras cosas, así
podremos
tener lo que deseemos cuando queramos?—
Hubo un largo silencio, quizá todos se preguntaban por qué no se les ha-
bía ocurrido antes esa idea, hasta que alguien exclamó —¿Y cuál va a
ser es a mercancía?—
Eso ya lo pensé, gritó el jefe y levantando su puño en alto dejó caer va-
rias nueces al suelo —estas nueces serán nuestro elemento facilitador de
comercio—
Todos asintieron y estuvieron de acuerdo en que en delante pagarían todas
las mercancías con nueces, las cuales además de servir como instrumento
de pago, eran en verdad deliciosas y muy importantes en la alimentación
de todas las tribus vecinas.

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